El Blog de Miguel.
Es un blog acerca de Todo un poco.
Friday, December 6, 2013
LOS ABUSOS ESPIRITUALES.
Una relación sectaria es toda aquella relación en la cual una persona
induce de manera intencional a otra a depender casi o totalmente de
él/ella en relación a decisiones vitales, inculcando en sus seguidores
la convicción de que él/ella posee un talento especial, un don o unos
conocimientos superiores.
¿Qué es un abuso espiritual?
Mi marido y yo participamos en la fundación de una iglesia local con un
amigo pastor, Jean Paul. Sólo después de muchos años comprendimos que su
enseñanza no era bíblica. Nos enseñaba que él era nuestro guía espiritual, que
había que seguirle y obedecerle sin discutir. Para decirlo todo, pensábamos que
amar a Juan Pablo y obedecerle era hacer la voluntad de Dios. Juan Pablo me
decía a menudo: “Rebeca, si amas a Dios,
debes obedecerme y amarme.” O “amarme es amar a Jesús.” Por ello, durante años,
mi pastor era la persona a la que más he querido, más que a mi marido, a mi hijo,
a la iglesia o a Jesucristo. Estaba feliz y satisfecha de sacrificarlo todo por
él porque creía que era lo que cualquier cristiano debía hacer.
¿Qué es un abuso espiritual?
Abuso según el diccionario:
“Exceso perjudicial para la sociedad, injusticia causa por el mal uso de un
derecho o de un poder.”
El abuso espiritual es una
injusticia que emana de un mal uso de ciertos pastores, curas o responsables
cristianos, hacen de sus derechos y poderes asociados a sus funciones. Estas
personas que tienen autoridad causan un perjuicio enorme a los miembros de su
comunidad.
En su libro “La autoestima reencontrada”
Jeff van Vonderen recuerda que es el incesto: ”para el niño el lugar que debía ser de ser el refugio se
transforma en el lugar de todos los peligros.” Dado que en una iglesia sana y
funcional, Dios es la fuente de aceptación, de amor y de valor, van Vonderen compara la iglesia con la familia, en el seno de
la misma el papel de los responsables consiste en ayudar, edificar, servir y
responder a las necesidades de sus parroquianos. Sin embargo, observa: “En
ciertos sistemas religiosos, los pensamientos, los sentimientos, los deseos y
necesidades de sus miembros no cuentan. No se responde a sus aspiraciones;
antes bien al contrario, están ahí para satisfacer las necesidades de sus
dirigentes. Cuando esto ocurre en un grupo cristiano se trata de abuso
espiritual.”
Creo que el abuso espiritual es
una forma de violación que se hace en nombre de Dios y de Cristo, hiriendo al
creyente en lo más profundo de su alma. Las consecuencias son desastrosas. Las
víctimas experimentan muchas dificultades para retomar una vida normal. Han
sido condicionadas para creer que a Dios le gusta vengarse, que pasa el tiempo
buscando las debilidades de los creyentes para castigarlos y enviarlos al
infierno. Una persona de la que se ha abusado espiritualmente tiene una imagen
muy negativa de sí misma. Está abrumada por la vergüenza y otorga difícilmente
su confianza a los demás. En numerosos casos es “alérgica” a todo grupo
religioso.
La mecánica del abuso espiritual
Dos cuestiones surgen una y otra
vez: ¿Cómo puede abusarse espiritualmente de una persona? ¿Cómo puede alguien
dejar que abusen espiritualmente de él? Para responder hay que comprender el
mecanismo del abuso espiritual.
Las técnicas para controlar el
pensamiento de las personas son numerosas. Varios libros tratan el tema. Abordan
en especial las manipulaciones mentales ejercidas en los grupos sectarios
totalitarios. Escuchando numerosos testimonios de víctimas de abusos
espirituales, y estudiando también los comentarios de los diferentes
especialistas en el problema, se ve que las técnicas de los grupos sectarios y
las de los abusos espirituales son idénticas en su mayoría.
a) Love bombing
Muchas víctimas de abusos
espirituales dicen que en sus primeros encuentros con el sacerdote o pastor de
su iglesia local o comunidad, éstos fueron de una extremada amabilidad. En cada
ocasión, el culto o la misa dominical, estudios bíblicos y otras reuniones,
fueron acogidos con particular calor, dando la impresión de que se interesaban
por ellos.
Las personas que llegan por vez
primera a una iglesia o a una comunidad atraviesan casi siempre un período de
vida doloroso: soledad, luto, divorcio, enfermedad grave, paro, etc. O esas
personas tienen dificultades para integrarse
en la sociedad. Algunas también buscan valores. Las causas de la búsqueda
espiritual pueden ser múltiples. Una persona en situación de angustia tiene un
gran sentimiento de impotencia, volviéndola influenciable y receptiva a toda
forma de compasión.
El love
bombing consiste en bombardear con “amor” de todas
las maneras posibles al recién llegado. Por ejemplo a quien es reservado se le
dice: “Eres muy serio” y al que sonríe: “Debes de ser una persona muy
simpática”. En cada caso se trata de adular a la persona, hacerle creer que es
amada y aceptada incondicionalmente.
El love
bombing es temible. Primero porque crea una
dependencia afectiva de la persona hacia la iglesia, hacia sus responsables.
Segundo porque en esa situación es casi imposible discernir la realidad de las
relaciones y sobre todo plantear preguntas. Poco a poco se pierde el sentido
crítico.
Es muy normal que una iglesia
acoja con calor a la gente y trate de dar solucionar sus problemas. Pero esto
es un problema cuando hay una intención de manipular y controlar.
b) La culpabilización por la reciprocidad
“Recibí un regalo por navidad, le
debo otro.” “Mi vecino me ha hecho un favor. Tengo que devolvérselo…” Todos
conocemos este tipo de situaciones. En general cuando alguien nos regala, crea
en nosotros un sentimiento de deuda, empujándonos a devolver las ventajes
recibidas.
Esto se llama la regla de
reciprocidad. Es un arma muy temible de manipulación de la gente. Puesto que se
puede culpabilizar a alguien, influenciar sus comportamientos y sus facultades
de reflexión. En el abuso espiritual, esta regla de reciprocidad es recurrente.
Como ya lo he explicado, las personas que llegan por vez primera a un lugar
donde se practica el abuso espiritual son siempre recibidas con calor. Esto
desarrolla en ellas un sentimiento de dependencia afectiva importante y les es
muy difícil tomar distancia, y plantearse preguntas o emitir críticas. Los que
lo hacen se arriesgan a ser llamados al orden: “Después de todo lo que hemos
hecho por ti, ¿Cómo te atreves a decir eso?”. “No tienes vergüenza. ¡Esta
crítica es una blasfemia! ¿Qué has hecho con el amor que te hemos dado? “Te
inspira el diablo. ¡Eres un egoísta! ¿Has olvidado todo lo que hemos hecho por ti?”.
Este tipo de reflexión crea un
sentimiento de vergüenza tan fuerte que la persona no se atreve a replicar.
Muchos tienen la impresión de no ser más que egoístas incapaces de amar, que no
pueden sentir ningún agradecimiento hacia sus bienhechores.
Toda la falsa compasión que esas
personas han recibido se transforma en deuda que hay que pagar. El precio de la
deuda es la pérdida de su libre arbitrio y de su espíritu crítico.
c) El rito de la confesión
En su libro “Protéjase contra las
sectas”, Steve Hassan, antiguo adepto de la secta Moon resume los ocho criterios de la reforma del
pensamiento chino, como se practicaba en los 50 y 60. Estos ocho criterios
fueron definidos por Robert Jay Liffon,
En el cuarto criterio, el de la
confesión, Steve Hassan declara: “Los movimientos ideológicos sea cual sea su
fuerza, toman posesión de los mecanismos de culpabilidad y de vergüenza de un
individuo de manera que influyen en los cambios que él atraviesa. Lo hacen dentro
de un proceso que tiene su estructura propia. Las sesiones de confesión de los
pecados van acompañadas de críticas y autocríticas, generalmente en pequeños
grupos en los que se empuja al cambio personal.” El cristianismo enseña la
confesión de los pecados. Esta confesión tiene como fin liberar y dar la
posibilidad de obtener el perdón de Dios. En la primera epístola de Juan,
leemos: “la sangre de su Hijo Jesús nos purifica del pecado (…) Si confesamos
nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y
purificarnos de toda injusticia.” (1 Jn.1:7,9). La Biblia es muy
explícita. Se nos perdonan los pecados.
Han desaparecido. Ya no están ahí para culpabilizarnos.
En el abuso espiritual, la
confesión es usada de igual manera que en la reforma del pensamiento chino
comunista. Sirve para culpabilizar a la gente, para obligarla a cambiar su
personalidad para llevarlas a obedecer ciegamente a sus dirigentes.
Una víctima da testimonio: “En mi
iglesia, los parroquianos se dividían en pequeños grupos bajo la dirección de
un responsable. Después de la reunión, cada uno tenía que hacer un informe
detallado al pastor. Este se servía de ciertas informaciones, durante el sermón
del domingo, para criticar a las personas que no pensaban como él o que no
querían someterse a sus ideas. Las humillaciones públicas eran frecuentes. Las
personas estaban obligadas a ponerse de rodillas para implorar el perdón del
pastor y hacer su propia autocrítica.”
Para cada parroquiano era una
obsesión el miedo a que su vida privada se divulgara ante toda la asamblea,
como una espada de Damocles encima de su cabeza.
En numerosos testimonios las
víctimas de abusos espirituales explican que el hecho de no pensar como el
pastor o como otros dirigentes de la iglesia se había convertido para ellos en
pecado. Incluso acabaron por confesar faltas que no habían cometido.
Testimonio de Claudine
El responsable del grupo al que acudía quería controlar a cada uno
hasta en su vida privada, creando numerosos problemas. Si alguien cometía una
pequeña falta que podía ser solucionada fácilmente, Philippe escogía hacer un
proceso a esa persona ante toda la congregación, exigiendo arrepentimiento
público.
d) Control del pensamiento y el libre arbitrio por las fobias
Una fobia es un sentimiento de
miedo irracional con respecto a una situación, a una persona o a un objeto.
Una de mis amigas japonesas se
aterroriza ante una serpiente desde que su hermana pequeña fue mordida por una
víbora. El hecho de verla en un documental de la tele despierta en ella un
miedo tan intenso que tiene sudor frío y le es imposible en ese momento pensar
racionalmente.
El médico Roger Baker, en su
libro “Las crisis de angustia” da la siguiente explicación: “Se distinguen
numerosos tipos de fobias, incluyendo a tal o cual insecto, animal, o hacia la
altura, el agua fría, la sangre, el vómito, las inyecciones, los hospitales,
los dentistas o las masas de gente, incluso ante el hecho de tener que hablar
en público. Para las personas que tienen una fobia, el encuentro con la cosa
dispara de tal modo la angustia que funciona como un mecanismo de relojería;
esta ansiedad es verdaderamente específica y previsible.”
En el mecanismo del abuso espiritual,
la interpretación de la Biblia se manipula para implantar imágenes negativas
muy fuertes en lo más profundo del inconsciente de las personas que se quieren
manipular, en particular la de un Dios que está ahí para castigar y de un
diablo que busca el momento propicio para hacer caer al creyente. Los miembros
de una comunidad que practica la lectura de la Biblia viven en una atmósfera de
ansiedad, que les impide pensar de manera racional y escoger libremente lo que
quieren hacer.
Está claro que en este tipo de
grupo no obedecer incondicionalmente las ideas y órdenes de los dirigentes
equivale a desobedecer a Dios, lo que conlleva el riesgo de ser castigado y
transformarse en presa de Satanás. Aquí algunos ejemplos de lo que esos líderes
dicen: “¡Arrepentíos de no haberme escuchado o Dios os lo hará pagar!”, “Lo que
os digo es la verdad, los que no obedecen, Dios estará contra ellos.” Otros son
más agresivos: “Dios os enviará al infierno”, “el diablo os destruirá”. Otros
amenazan directamente a la persona o a su familia: “Tu padre o tu madre morirán
de enfermedad grave.” Los mismos argumentos se emplean con las personas que
quieren abandonar la iglesia o la comunidad.
e) La estructura piramidal
Las iglesias y las comunidades
que practican abusos espirituales tienen en general una estructura piramidal. Este
sistema totalitario tiene como objetivo mantener a las personas bajo la
coacción y controlarlas también en su vida privada. Esos individuos no pueden
decidir nada por sí mismos sin el permiso de los dirigentes. La jerarquía se
parece a la de un ejército.
Un ejemplo bastará: en una
iglesia local el responsable era llamado “pastor”, los miembros eran “ovejas”.
Cada persona que se hacía discípulo tenía como formador a un parroquiano de más
edad, encargado de enseñarle la Biblia y las reglas del grupo. Esos formadores
tenían ellos mismos un supervisor. Cada cual debía someterse a la autoridad de
la persona que estaba por encima. El pastor controlaba el conjunto como un
verdadero dictador. Si quería saber algo de sus parroquianos, le bastaba con
acudir al formador correspondiente. Las personas se espiaban unas a otras. No
se podía tener amigos de confianza.
En un sistema así, el uso del
tiempo está muy ordenado, se planifican muchas reuniones a lo largo de la
semana. Cada miembro debe asistir. Nada puede impedirlo. Las reuniones tienen
como objetivo profundizar en el estudio de la Biblia o más exactamente, en la
interpretación de la Biblia que esa comunidad hace. Se habla mucho del
crecimiento de la iglesia, una prioridad para la voluntad de Dios. Una
verdadera obsesión, este crecimiento es objeto de proyectos con cifras
concretas. Durante los meses que siguen, las estadísticas evalúan la
realización de los planes. Si son satisfactorias, todo el mundo se felicita.
Por el contrario si los resultados no son buenos, habrá severas críticas: “Tu
fe está muerta”. “No sois suficientemente perfectos en Cristo”, o “Sois
incapaces, os falta voluntad.”
Es evidente que las metas son en
general imposibles de alcanzar. Pero los miembros del grupo, en su mayoría paralizados por el miedo y la
culpabilidad, redoblan sus esfuerzos para tratar de satisfacer lo que ellos
creen es la voluntad de Dios.
f) Puesta a punto
Para entender bien el mecanismo
del abuso espiritual, es importante comprender un elemento capital. En este
proceso, todo se hace sin que la persona lo sepa. Jamás me he encontrado con
nadie que haya entrado sabiendo con conocimiento de causa en una iglesia o
grupo abusivo. Antes bien, las personas se hacen miembros de una comunidad que
consideran agradable y acogedora. Sólo cuando la dejan, se dan cuenta de la
realidad y dicen que ese grupo era abusivo, que fueron manipulados.
El proceso de manipulación no
cambia a la persona en pocas horas. Lleva un poco de tiempo. Cada día, los
responsables hacen repetir lo mismo, y poco a poco añaden elementos nuevos para
que surjan cambios. En los meses que siguen a su llegada a la comunidad la
persona cambia su comportamiento y su manera de pensar completamente, sin que
se de cuenta. Un amigo o un pariente pueden darse cuenta, pero no el afectado.
El abuso espiritual ¿es un problema propio de nuestro siglo?
¿Desde cuándo existen los abusos
espirituales? ¿Es una enfermedad propia del cristianismo moderno, más
precisamente del siglo XXI? La respuesta es no. Los evangelios mismos denuncian
los abusos espirituales cometidos por los jefes religiosos sobre el pueblo. En
época de Jesús, la pobreza y las desigualdades sociales eran muy importantes en
el seno de la sociedad judía. Las gentes del pueblo, sobre todo los más pobres,
estaban a merced del rey judío y del colonizador romano que los explotaban para
servir a sus intereses políticos respectivos y los hacían penar bajo el peso de
impuestos.
Jesús se volvió hacia esos oprimidos,
“las ovejas perdidas de la casa de Israel”, como le gustaba llamarlas, mientras
los fariseos los consideraban malditos ignorantes de la ley (Jn. 7:49)
Estas ovejas perdidas de la casa
de Israel eran pobres, ciegos, cojos, inválidos, leprosos, prostitutas, gente
sin trabajo, esclavos, viudas, huérfanos…etc.
Hoy hablaríamos de las clases
trabajadoras, de los excluidos, de los que viven “bajo el umbral de la
pobreza”. Los fariseos y los doctores de la ley los llamaban también
“pecadores” porque según ellos, no conocían ni respetaban la ley. Pero ¿cómo
hubieran podido? Esas gentes no recibían ninguna educación. No sabían leer ni
escribir.
A pesar de todos los dirigentes
religiosos los cargaban del peso de innumerables leyes y costumbres tan
complejas, que las gentes sin cultura no podían comprender. En esas
condiciones, les era imposible observarlas y por ello eran considerados como
pecadores. La frustración, la culpabilidad, la angustia, la vergüenza eran su
suerte.
Jesús se opuso violentamente a
este sistema religioso discriminatorio y abusivo que hundía a la gente en el
miedo y la angustia, que les quitaba la libertad de vivir en el amor de Dios y
que hacía de ellos excluidos de esa sociedad. Jesús no ha empleado la expresión
“abuso espiritual”. Sin embargo denuncia este abuso cuando critica a los
doctores de la ley: “malditos seáis porque cargáis a los hombres de fardos
difíciles de llevar y vosotros ni con un dedo tocáis esas cargas” Lc. 11:46. ¿Qué es un abuso espiritual sino un fardo muy
pesado que hay que llevar tanto en el plano psicológico como en el espiritual?
En este versículo, Jesús precisa
otro importante punto. Los que imponen a otros sistemas abusivos no respetan
nunca ellos mismos esas leyes. Por eso Jesús tuvo unas palabras muy duras para
los jefes religiosos en Mc. 7:6, les llamó
hipócritas, dando fe de que esas enseñanzas falaces nada tienen que ver con la
Biblia ni con la voluntad de Dios.
A lo largo de los Evangelios,
Jesús combate esos abusos. Es una de las características de su ministerio. Es
el hilo conductor que permite comprender una de las intenciones de su
pensamiento: Liberar a los seres humanos prisioneros de tal esclavitud.
Pablo y los demás Apóstoles
tuvieron también que luchar contra el mismo azote. Pienso que durará hasta el
final de los tiempos, con la única diferencia de que los dirigentes religiosos
que abusan hoy disponen de técnicas de manipulación todavía más sutiles.
Los abusos espirituales y la interpretación de la Biblia
“Quiero que sepáis que Cristophe está dominado por el demonio, ¡sus pensamientos
no son los del Señor! Si no se arrepiente no podrá volver con nosotros. Os
acordáis de lo que Pablo dice a los Romanos 13:1, “que toda persona se someta a
las autoridades superiores”. Yo soy vuestra autoridad y me tenéis que obedecer,
debéis someteros. Es la voluntad de Dios. Lo que digo está escrito en la
Biblia.”
Estas palabras no provienen de
uno de los numerosos grupos totalitarios en el que el gurú arenga a sus
adeptos, sino que fueron dichas en una iglesia. La persona que habla es un
sacerdote durante el oficio del domingo.
Las víctimas de abusos
espirituales dan testimonio de que los dirigentes de su iglesia o de su
comunidad utilizan las palabras de la Biblia para manipularlas. El autor de la
Epístola a los Hebreos escribe: “Pues la palabra de Dios es viva y eficaz como
espada de dos filos, entra hasta la juntura de los huesos. “(Hb 4:12). Este versículo muestra hasta qué punto la palabra
de Dios puede tocar a cada persona en lo más profundo de ella misma. Pero una
espada así puede hacer según se use mucho bien o muchos desastres.
En el abuso espiritual las
Escrituras son sistemáticamente deformadas. Nunca se usan en su verdadero
contexto. Se ponen de relieve sólo una palabra o una pequeña parte de un versículo.
Luego se proyectan sobre ella la manera de pensar del sacerdote o del
responsable religioso, comunicando así falsas concepciones a los oyentes.
Un sacerdote, para llevar a sus
parroquianos a seguirle y obedecer sin discutir, predicaba en sus homilías que,
para que Dios te ame, había que “negarse a sí mismo”. Basándose en las palabras
de san Pablo: “cada día estoy expuesto a la muerte”. (1Cor 15:31), explicaba
que la palabra “muerte” significaba negarse a sí mismo. Precisaba que las
palabras de Jesucristo, en Mateo 16:24 “cargar con su cruz”, tenían el mismo
sentido. A partir de esos versículos, desarrollaba la idea de que la negación
de sí querida por Dios era el abandono de su libre arbitrio. Que había que
someterse a la figura que representaba Dios sobre la tierra, es decir a él
mismo. Ese cura utilizaba también Romanos 13:1.
Para quien conoce la Escritura
enseguida está claro que la interpretación es falsa, pero para los que llegan
por vez primera a una iglesia o comunidad, y no tienen conocimiento de la
Biblia, sin que se den cuenta se les está haciendo caer en la trampa del
mecanismo de manipulación, es muy difícil incluso imposible darse cuenta del
retorcimiento que se le da al sentido del texto. En tal circunstancia acaban
por creer que sólo los dirigentes saben la buena interpretación bíblica, porque
ellos solos tienen la buena aptitud para comprender el sentido de la Escritura.
Muchas víctimas dicen que se les
enseñó que dado que eran cristianos jóvenes, no podían enterarse por sí mismos
de la voluntad de Dios. Para evitar errores debían someterse a las
recomendaciones del pastor sin preguntar.
Según sus testimonios, estos
argumentos se apoyan en Heb. 5, 11-14: “Tenemos mucho
que decir y cosa difíciles de explicar, porque sois lentos para entender… necesitáis
la leche espiritual y no una alimentación sólida. Ahora bien aquel que se
alimenta de leche no puede gustar la doctrina de la justicia, porque es niño
todavía. El alimento sólido es para los perfectos, que por razón de la
costumbre tienen el sentido moral desarrollado para distinguir entre el bien y
el mal.” En estos grupos que abusan los “perfectos” que tienen el sentido moral
desarrollado son por supuesto los dirigentes de la comunidad. Según ellos, han
recibido de Dios ese don especial. Son los únicos que distinguen el bien del
mal. Por eso hay que obedecerles. Los jóvenes cristianos, como los niños, no
pueden beber leche porque no saber y tiene que seguir a sus padres sin
reflexionar ni preguntar. No deben dudar.
La manipulación se basa en
versículos de la Biblia y es muy sutil. Permite hacer creer a las personas que
existe un verdadero fundamento bíblico a las explicaciones del manipulador.
“¡Lo que digo está escrito en la Biblia!”, “Son expresiones de la Biblia”, este
tipo de frases se repiten una y otra vez en los entornos espirituales abusivos.
La astucia de la manipulación está en que el oyente puede verificar los textos
citados. Así, los dirigentes pretenden decir la verdad.
Un amigo cristiano que sufrió
esta manipulación me explicó: “Es como un circuito cerrado donde no hay ni
salida ni entrada, ni línea de salida, ni meta. Se va de un versículo al otro y
se vuelve otra vez con lo mismo. En definitiva, no se explica realmente nada.
Sin embargo yo tenía la convicción firme de que la enseñanza del sacerdote era
bíblica. En realidad el simple hecho de que el versículo citado estuviera en la
Biblia era la respuesta. Estaba tan condicionado que bastaba que me hiciera
leer tal o cual capítulo de la Biblia para que pensara “debo someterme”, “mis
pensamientos son del diablo”, “no soy más que un joven cristiano”, “me falta
amor hacia mi guía”… No podía reflexionar tranquilamente sobre el contenido de
sus explicaciones. Mi cerebro era como un ordenador que tenía un solo programa
compuesto por versículos bíblicos que se superponían unos a otros y que mi
director, según las circunstancias, utilizaba a su arbitrio para llevarme a
hacer lo que él quería que hiciese. Lo mismo les ocurría a otros miembros de la
iglesia.”
Es importante darse cuenta de que
los dirigentes que practican esta forma de manipulación no enseñan la Biblia
para que sus parroquianos tengan una buena comprensión de la misma. Sirviéndose
de la Escritura quieren reafirmar su autoridad, intentando probar que su
enseñanza es teológicamente justa. Quieren fundamentar así los proyectos que
elaboran para los miembros de la comunidad. Por ello intentan controlar sobre
todo el comportamiento, la facultad de reflexión y las emociones de todos
ellos.
Del abuso espiritual a los abusos sexuales
Muchos testimonios dicen que en
las iglesias en las que hay abusos espirituales, algunos sacerdotes o
responsables son también culpables de abusos sexuales.
Después de leer muchos
testimonios y hablar con muchos afectados de abusos, he observado un punto
común en todas esas experiencias. Las víctimas de abusos sexuales primero
sufrieron abusos espirituales por parte de su responsable espiritual. El abuso
espiritual va por delante del sexual. Sólo una vez que el responsable controla
y manipula espiritualmente a los miembros de la comunidad consigue cometer
tales actos.
Gracias a las técnicas de
manipulación y la falsificación de la Biblia (cfr. cap. 2 y 3), el líder crea
un entorno en el que los miembros de la comunidad acaban por considerarlo como
la figura central a la que siempre hay que obedecer. Se convierte para ellos en
la autoridad suprema y el representante directo de Dios. Cuando se dan todas
esas condiciones, le es muy fácil obtener todo lo que quiere de sus víctimas.
¿Cómo? Abusa de la autoridad y de la imagen que representa para ellas. Falsea
la interpretación de los textos bíblicos ya sea para justificar sus propios
actos ya para obligarlas a someterse a su voluntad.
El testimonio siguiente ilustra
este tipo de comportamiento.
“En mi iglesia era inconcebible
decir no a Roland, el responsable de nuestro grupo de jóvenes. Estábamos
condicionados de forma que considerábamos sus palabras como salidas de la boca
de Jesucristo. Teníamos siempre en la cabeza el versículo 17 del cap. 13 de la
Epístola a los Hebreos: “Obedeced a vuestros jefes y estadles sumisos, porque
ellos cuidan de vuestras vidas, de las cuales deberán dar cuenta, para que lo
hagan con alegría y no con lágrimas, lo que no os beneficiaría nada.” Roland
era nuestro director, había que obedecerle por deferencia hacia él. Decirle
“no” no sería una ventaja para nosotros. Roland nos mantenía siempre con el
temor de que si no le obedecíamos, en el momento del juicio nuestro nombre no
iría inscrito en el libro de la vida y acabaríamos siendo arrojados al estanque
de fuego (Apoc. 20:11-15). Cuando Roland se acercó
con intenciones sexuales, me dijo: “Es una bendición de Dios” y también “Dios
desea esto para reforzar tu fe”. Al principio yo estaba confusa y reticente.
Pero estaba en una situación psicológica tal que después de haber hablado
varias veces con Roland, el miedo al infierno si le desobedecía fue más fuerte.
Acabé por ceder. Me pregunto a menudo porqué no lo dije a los responsables del
consejo de la iglesia de Roland. La razón es simple, nadie me hubiera creído.
Roland lo sabía muy bien. Un día me dijo: “No hables nunca de lo que pasa entre
nosotros a nadie de la iglesia”. Luego sonriendo añadió: “De todas formas nadie
creería a una tonta como tú.
La trampa del culto a la personalidad
A veces las iglesias tienen una
admiración sin límite y dan una aprobación sistemática a su director. Estos
grupos tienden a hacer de su responsable un ídolo.
Es un problema que conozco bien
porque vi a uno de mis amigos caer en la trampa y convertirse en un verdadero
dictador. Sylvain era desde hacía un tiempo pastor de una iglesia donde había
cien miembros. Era muy apreciado por su amabilidad y disponibilidad. Siempre
tenía tiempo para hablar con cada uno. Hacía lo posible por ayudar a los que
tenían dificultades. Cada día los parroquianos venían a él en busca de consejo.
Sylvain sabía escuchar a todos y ponerse en su lugar. Encontraba siempre la
palabra para sostener y animar. Todo su círculo fue seducido por la simpatía
que derrochaba. Muy rápidamente, las personas comenzaron a alabarlo por sus
servicios: “Sus consejos son los mejores”, “Sólo usted me comprende”, “¿qué
haría si usted no estuviera…?” Al principio Sylvain fue modesto respondiendo
que no era nada, que él solo cumplía su papel. Insistía en que era un ser
humano y no quería ser un ídolo de nadie. Pero nadie lo escuchó y las alabanzas
siguieron.
Sus sermones, sus oraciones, su
modo de cantar el domingo, todo lo que hacía elevaba el entusiasmo de sus
parroquianos. Cuando hablaban de él a personas extrañas a esa iglesia, siempre
alababan sus méritos: “Un hombre excelente que siempre os ayudará si tenéis un
problema personal o familiar.”
Todos hacían tal propaganda que
muchos cristianos llegaron a pedir consejo a Sylvain. En un año el número de
los miembros de la comunidad se había doblado. Esta iglesia se convirtió en una
de las más importantes de la región. Los parroquianos estaban entusiasmados y
multiplicaban sus elogios a Sylvain.
¿En qué preciso momento tomó en
serio todos estos elogios y el éxito? Es difícil de decir. Pero un día,
hablando con él, sentí que había cambiado. Nos estábamos tomando un café y de
pronto me dijo: “Sabes Pascal, viendo como mi iglesia se desarrolla y el
entusiasmo que todos tienen por mí, tengo el sentimiento de que Dios me ha
escogido y me ha dado dones particulares para ser un pastor muy grande al que
todo el mundo obedecerá.”
Hablando sus ojos daban la
impresión de haberse perdido en un mundo donde nadie podía seguirle.
Poco después Sylvain
pidió que rezáramos a Dios para que le diera el don de profecía. El mes
siguiente dijo haber tenido una visión que le revelaba que su iglesia se iba a
hacer más y más importante y que hacía falta que cada parroquiano dedicara
mucho tiempo a la evangelización. A partir de ese momento todos tenían que
esforzarse para invitar a cuanta más gente mejor. Pero en un año sólo se
convirtieron dos personas.
Sylvain
irritado, criticó en sus sermones a los parroquianos reprochándoles su falta de
fe y que no hacían progresar a la iglesia. Cada uno, después de hacer
penitencia, duplicó sus esfuerzos. Pero la comunidad no creció. Ante esa
situación, Sylvain se volvió más crítico y autoritario. Comenzó a quejarse de
la insuficiencia de dinero dado a la iglesia, a decir que todo el mundo tenía
que vestir igual el domingo. Apoyaba sus exigencias en versículos de la Biblia
descontextualizados, Romanos 13:1, o Hebreos 13:17. Declaró que sólo él
representaba la autoridad suprema y que nadie podía hacer nada sin su permiso.
La mayor parte de los parroquianos siguieron diciendo: “El señor pastor tiene
razón, es nuestro guía. Hay que obedecerle.”
Pero algunos no aceptaron esto y
se fueron. La reacción de Sylvain fue terrible. Para él, se trataba de Satanás
que quería impedir que se cumpliera la voluntad de Dios. La gente se iba porque
les faltaba amor de Dios. Veía complots y sospechaba de todos de estar en
contra suya. Blandiendo el lema: “Obedeced a vuestros guías”, Sylvain obligó a
sus parroquianos a espiarse mutuamente y les pidió que le contaran cada
detalle. Asistimos entonces a una verdadera caza de brujas. Las personas
sufrían humillaciones en público en el sermón del domingo. Otros fueron echados
de la iglesia.
Mientras la situación se
degradaba cada vez más, muchos siguieron apoyando a Sylvain criticando
severamente a los que se le oponían. Les acusaban de ser presa del Maligno, de
blasfemar, defendían a Sylvain diciendo que era obra del diablo y de sus
sicarios. Sin embargo el grupo de los descontentos crecía cada día, hasta el
punto de que la comunidad estalló. Sylvain no pudo seguir su ministerio y tuvo
que marcharse. Poco después, tuve ocasión de hablar con dos antiguos miembros
del consejo de esta iglesia. Bernard y Nadine conocían a Sylvain desde el
principio. Los dos se sentían responsables de lo que había pasado. Lamentaban
su conducta y la de los otros miembros que había dado lugar a un cambio tan
grande en Sylvain. Antes de ser excluidos, intentaron varias veces hacerle
razonar para hacerle comprender sus errores y los de la comunidad. Pero todos
los intentos fueron vanos. Los otros miembros del consejo negaron la realidad
diciendo: “Tenéis el demonio dentro, Sylvain es el elegido de Dios.
¡Arrepentíos!”
Bernard y Nadine se ocupan ahora
de una pequeña iglesia. Ayudan a cristianos que han sufrido abuso espiritual.
Muchos de sus antiguos amigos han venido a ayudarles. Sylvain desde su marcha
no se ha puesto en contacto con nadie. ¿Comprendió sus errores y la trampa en
la que cayó? No lo sé. Pero creo que debe llevar, como todos los miembros de
esa iglesia, una herida profunda. La triste experiencia que mi amigo y su
comunidad conocieron no es excepcional. Tuve ocasión de leer y escuchar otros
testimonios similares. Si no se vigila esa trampa puede atrapar a cualquier
responsable en la iglesia. Puesto que dentro de cada uno de nosotros hay un cuervo
como el de la fábula de la Fontaine, dispuesto a despertar por las adulaciones
de todos hasta volvernos ciegos.
El rey Salomón escribió: “El
orgullo precede al desastre.” (Proverbios 16:18) El orgullo produce todos los
males que sufren los hombres. Está en el origen de su caída y es la causa de
muchas desgracias y tragedias en la historia de nuestra humanidad. El orgullo
de toda la comunidad de Sylvain es haber hecho de él el objeto de presunción.
Sylvain se convirtió literalmente en prisionero de esa imagen de marca que le
atribuyó su iglesia. Su ansiedad por disgustar fue grande. Poco a poco, bajo
esa mala influencia, cambió y se apartó totalmente de su papel de pastor. Al
final la búsqueda del poder y del control de los demás para su propia
satisfacción se convirtieron en el centro de todos sus intereses. Justificó sus
palabras y sus acciones deformando las Escrituras. Se creó un Dios para sí, con
sus propias leyes, un Dios que da miedo y vergüenza, al que nunca se puede dar
satisfacción y que está siempre dispuesto a castigar por un sí o por un no.
Testimonio de Rebeca
¿Qué hacer en caso de abuso espiritual?
Estas son las principales
recomendaciones cuando se toma conciencia de que se acude a un grupo abusivo:
1. Aceptar ayuda
Es muy difícil dejar un grupo
abusivo: la víctima está fragilizada, sufre, necesita ayuda. La buena voluntad
de su entorno puede no bastar. Se aconseja vivamente dejarse acompañar por una
persona formada en estas cuestiones. El acompañamiento permite identificar la
mecánica del abuso y reconstruir poco a poco la propia identidad, esto lleva
tiempo.
2. Abandonar el grupo
Si alguien ha sufrido abusos
espirituales de parte de un responsable de su comunidad, no hay que intentar
hablar directamente con el que abusa. Esta persona culpabilizaría todavía más a
la víctima, intentará impedir que abandonar el grupo, le echaría la culpa de
todo lo que pasó, en definitiva la haría sufrir todavía más. La mejor solución
es alejarla del grupo para protegerla.
Si la víctima siente necesidad de
denunciar el abuso, tiene la posibilidad de avisar a los miembros de la
jerarquía superior a la persona que abusa, por ejemplo a los responsables de la
iglesia a la que pertenece esa persona. Si se trata de una iglesia local
independiente se puede informar de la experiencia a otros responsables. Lo que
cuenta es protegerse, crear una instancia que permita reconstruirse.
3. Presentar una demanda
A lo largo de los años me he
enterado de abusos particularmente chocantes. Con el pretexto de obedecer a
Dios, los pastores han pegado a niños pequeños porque habían llorado durante el
sermón. O dieron una paliza en público a una mujer con el pretexto de que no
acudieron al culto del domingo. Actos así son ilegales y reprensibles según las
leyes vigentes. En tales casos hay que denunciar a la policía. Ningún pasaje de
la Biblia enseña que un dirigente cristiano tenga derecho en nombre de Dios a
cometer abusos sexuales o físicos. Al contrario, en la epístola a los Romanos,
el apóstol Pablo afirma que todos los cristianos deben respetar las leyes
instituidas en el país (13:1-7). En el versículo 4, Pablo precisa claramente
que los que obran mal deberán dar cuenta de su conducta: “Pues la autoridad, la
ley, están al servicio de Dios para ayudarte a portarte bien. Pero si haces el
mal, échate a temblar, porque no en vano la autoridad lleva la espada y está al
servicio de Dios para castigar al delincuente.” No obstante se recomienda a la
víctima que no inicie sola procedimientos judiciales. En efecto, hay que saber
que pocas veces se escucha a una víctima, no basta decir la verdad para ser
escuchado y creído. La víctima se arriesga a vivir que se ponga en duda su
palabra como un segundo abuso. Por ello siguiendo lo que Jesús aconseja “siéntate
y calcula el gasto antes de construir una torre”, la víctima debe reflexionar
con conocimiento de causa antes de iniciar un procedimiento. Le interesa pedir
el apoyo de una asociación de ayuda a las víctimas.
Para evitar las mezclas
Hay que distinguir las tensiones
ligadas a un conflicto en el seno de una iglesia local y el abuso espiritual.
No se debe calificar de abuso espiritual la simple divergencia de opinión o el
ejercicio de cierta disciplina espiritual. La posibilidad de conflicto es
inherente a todo grupo social. Las iglesias y las comunidades cristianas no
escapan a esta regla. A veces los parroquianos son hostiles a las innovaciones
a causa de sus ideas conservadoras, están en desacuerdo con algunos aspectos
del ministerio de su sacerdote.
Hablé con un fiel que no admitía
que el párroco se ocupara de drogadictos y de la reinserción de presos. Era
incompatible con su concepción de la misión de un hombre de iglesia. Para él,
el pastor debía sobre todo ocuparse de su comunidad, propagar el Evangelio para
que crezca la iglesia local. Trabajar con drogadictos y presos, la mayoría de
los cuales no se convierten, no servía para anunciar el Evangelio. A menudo,
apoyándose en versículos de la Biblia este parroquiano, intentó convencer a su pastor
de la inutilidad de ese ministerio. Todo terminó con una violenta disputa y la
salida de ese miembro de la iglesia. Las personas que sufren problemas
emocionales o carencias afectivas pueden entrar en conflicto con los dirigentes
de la iglesia. Así, una señorita de cierta edad soportaba mal la soledad. Ella
iba al oficio del domingo para que el cura ocupara tiempo en hablar con ella,
rezar y sobre todo escuchar sus historietas. Naturalmente el cura no tenía
tiempo para dedicarlo a esta señora. Ella no lo aceptó y un día, tras decir que
se sentía traicionada, desapareció de la iglesia.
A lo largo y ancho del mundo, en
diferentes iglesias y comunidades cristianas se repiten estas situaciones. Sin
embargo, hay que hacer notar que en este tipo de conflictos no hay abuso
espiritual. No hay manipulación, presión o control sobre la persona. Al
contrario, es ella la que origina el problema.
Otro factor que puede prestar a
confusión son las exigencias de ciertas comunidades hacia sus miembros. Estas
exigencias difieren según las creencias de base y las convicciones de esa
comunidad. En algunos casos, pude ocurrir que den la impresión de que el pastor
abusa de su autoridad y no es el caso.
He encontrado este problema a
propósito de la celebración de la Cena (el problema también se plantea en la
Eucaristía, pero por otros motivos). Hay personas que han contactado conmigo
para explicarme que no toman la comunión porque no están bautizadas. Se sienten
frustradas por el rechazo y consideran que el pastor ha abusado de ellas. Ahora
bien, no creo que se trate de abuso. Hoy en día las opiniones sobre la acogida
de personas no bautizadas a la comunión están muy divididas en los ambientes
protestantes. Ciertas iglesias lo permiten. Pero un gran número no. No se puede
acusar categóricamente a esos pastores de abuso de poder y de abuso espiritual.
En efecto, la motivación de esos líderes no es controlar, manipular o
intimidad, sino que actúan de ese modo porque siguen las creencias y
convicciones de la iglesia a la que pertenecen.
Características del dirigente que practica el abuso espiritual
¿Cuáles son las características
del responsable de una iglesia que practica el abuso espiritual?
1. Personalidad carismática,
posee enormes facultades de seducción.
2. Autoritario, busca
sistemáticamente controlarlo todo.
3. No admite ninguna crítica.
Desacredita a los que se le oponen.
4. Dice que ha recibido de Dios
directamente esta autoridad que le da poder de conocer la única y justa
interpretación de la Biblia.
5. En general, ese poder de
manifiesta por dones particulares: hacer milagros, profetizar, curar, dirigir,
discernir, ser el pastor son los dones más citados.
6. Utiliza técnicas de
manipulación mental para el control de la gente.
7. Nunca tiene bastante.
8. Más que conducir las gentes a
Jesucristo, busca ser servido y satisfacer su sed de poder.
9. Es paranoico.
El psiquiatra Abgrall
recuerda en su libro “La mecánica de las sectas” que “no hay gurú sin
paranoia”. Se puede decir lo mismo de cualquier dirigente cristiano que
practica el abuso espiritual. A propósito de la paranoia mantiene Abgrall que: “Esta psicosis da al gurú el sentimiento de
ser diferente del resto de la humanidad, y la convicción de que tiene un papel
de guía y de líder. Se trata de una patología de la personalidad caracterizada
por cuatro criterios que la psiquiatría conoce desde tiempo ha: hipertrofia del
yo, falsedad del juicio, desconfianza y “psicorrigidez”.”
1. Hipertrofia del yo
Todo lo que el responsable
piensa, hace y quiere hacer, es expresión de la voluntad de Dios. El tiene la
verdad absoluta. El es el centro de todo, la salvación sólo puede llegar a
través de él. Se le debe entera obediencia, incluso si eso lleva a la muerte.
2. Falsedad de juicio
Los comentarios y enseñanzas del
responsable están siempre llenos de contradicciones y absurdeces. Justifican
sin embargo todos los falsos juicios en el seno del grupo. Pero para sus
adeptos, representan la verdad y sustituyen todas las formas coherentes de
pensar en nuestra sociedad. Contradecir la palabra del responsable equivale a
poner en cuestión a todo el grupo.
3. La desconfianza
Todas las críticas emitidas por
gentes del exterior hacia el responsable son consideradas por este como un
ataque satánico. Los adeptos, que creen firmemente que el responsable es
perseguido a causa de su saber y su poder, ante las críticas refuerzan la
desconfianza. Es un verdadero círculo vicioso en el que los adeptos que están
sometidos al líder lo convencen de que lo que dice, hace y piensa es verdadero.
Este proceso permite al líder mantener sus adeptos con la obsesión de que toda
la sociedad les persigue.
4. La psicorrigidez
El responsable no reconocerá
jamás los errores de su enseñanza, incluso si se muestran pruebas irrefutables.
Para él sólo vale su juicio. El tiene razón y el resto de la humanidad está
equivocado. Nada podrá deshacer sus convicciones. Según él, los que le critican
son ignorantes. Sus objeciones le molestan poco, al contrario le sirven como
argumentos para probar a sus adeptos que el mundo es incapaz de comprenderle.
¿Es su grupo un sistema abusivo y manipulador?
¿Está su fe intoxicada?
Si responde afirmativamente a una
o varias de las siguientes preguntas le aconsejamos que se ponga en contacto
con una de las asociaciones indicadas al final del libro.
¿Su grupo pide a sus miembros
obediencia incondicional?
¿Su grupo desconfía de todas las
críticas o ideas diferentes de su enseñanza oficial?
¿Su grupo humilla o critica en
público a sus miembros?
¿Su grupo pide a sus miembros que
confiese sus imperfecciones delante de todos?
¿Su grupo enseña que sus miembros
son la élite de Dios?
¿Su grupo enseña que le ocurrirá
una catástrofe si abandona?
¿Su grupo enseña que sólo dentro
de él se conoce la verdad y la interpretación exacta de la Biblia?
¿Su grupo considera que el resto
de la cristiandad y de la sociedad son sus enemigos?
¿Su grupo le empuja a dejar la
familia o a divorciarse en caso de que no quieran adherir?
Empleamos la palabra grupo de
forma genérica, puede designar la realidad eclesial a la que pertenece (iglesia
local, parroquia, comunidad, grupo de oración, iglesia doméstica…) o el grupo
cristiano que usted frecuenta (coro, grupo de jóvenes…).
¿Siente complejo de culpabilidad
si no participa en cada reunión, estudio de la Biblia o en otras reuniones
organizadas por el grupo?
¿Cree usted incondicionalmente en
todo lo que el grupo dice y enseña?
¿Siente una gran culpabilidad si
usted no piensa como el dirigente o si no le obedece incondicionalmente?
¿Tiene miedo de dejar el grupo?
¿Piensa que para tomar una
decisión, necesita el permiso del dirigente eclesial?
¿Si no consigue hacer lo que el
dirigente le pide piensa que Dios está enfadado con usted? ¿Qué le va a
castigar? ¿Cree que si usted trabaja mucho por el grupo Dios le perdonará?
Si usted tiene un problema con el
director del grupo:
-¿Piensa que Dios le castigará?
-¿Piensa que es por su culpa?
-¿Piensa que ha cometido un
pecado?
¿Su director le ha propuesto
tener relaciones sexuales con él?
¿Una persona en situación de responsabilidad
se ha mostrado de forma inconveniente en el plano sexual? (palabras, actitudes,
actos)
¿Su familia o amigos han
observado que usted usa demasiado los versículos de la Biblia en las
conversaciones y que no se puede hablar normalmente con usted?
¿Su familia o cónyuge se quejan
de que usted dedica más tiempo al grupo que a ellos?
¿Alguien le ha dicho que su
director le controla y manipula?
Los principales problemas psicológicos de las víctimas
Hay dos posibilidades para salir
de una iglesia o comunidad en la que se ha sido manipulado: irse por sí mismo o
ser echado. Sea cual sea la salida, las víctimas encuentran a la salida
numerosos problemas psíquicos. Son obstáculos serios para retomar la vida normal y volverse a encontrar
con su autonomía.
1. La soledad
La soledad es una de las primeras
grandes dificultades que la persona debe enfrentar. Esta soledad causa
problemas mayores, particularmente penosos.
2. La crisis afectiva
Se vaya uno por sí mismo o sea
expulsado, el resultado es el mismo. La persona es considerada como un renegado
o un aliado de Satanás por la comunidad. De la noche a la mañana se encuentra
sola y abandonada. No puede conservar las amistades que tenía hasta entonces
con los miembros de la iglesia o comunidad. Los dirigentes son intransigentes
en este punto y prohíben todo contacto. La desestabilización producida por el
rechazo es terrible. La persona pierde a la vez el calor del grupo y el afecto
de los que para ella eran una verdadera familia. Una víctima me explicó que
desde su exclusión tenía la impresión de que el mundo entero se hundía a su
alrededor y que ya no contaba para nadie:
“Me encontré completamente sola,
esto fue terrible para mí. Perdí todos mis amigos en un solo día.”
3. Los problemas de relación
En el grupo, las relaciones
humanas eran dirigidas en todos los detalles por un código muy preciso. Este
sistema no se corresponde con el que hay en la sociedad.
Los miembros están condicionados
para creer que Dios les ha escogido para transformarse en su élite y para
conocer la única interpretación de la Biblia. Piensan que tienen la verdad y
que el resto del mundo, estando dominado por Satanás, está hundido en la
mentira. En estas condiciones, el ex miembro, después de su salida y durante un
cierto tiempo (que puede variar según los individuos), tendrá dificultades para
encontrar gente nueva y rehacer sus antiguas relaciones. No sabe cómo vivir una
relación normal de igual a igual fuera del sistema de referencia que rige en su
antigua comunidad. La falsa creencia de que el mundo exterior no es más que
mentira y que éste lo dirige Satán la lleva a
no tener confianza en nadie, el mundo exterior no puede más que
engañarle.
Este es el ejemplo de una mujer:
“Después de haber abandonado mi comunidad, tuve muchas dificultades para
comunicarme con los demás. Era como un extraterrestre que no podía ni
comprender ni ser comprendida por los seres humanos. Durante un largo período
sentí un vacío inmenso. Tenía miedo de confiar en los demás.”
4. La barrera del pensamiento dualista (blanco y negro)
En las iglesias y comunidades en
el seno de las que las personas son víctimas de abusos espirituales, la
doctrina del grupo divide siempre la realidad en dos polos: Dios/el diablo; el
bien/el mal; el mundo espiritual/el mundo físico; etc.
En este tipo de sistema y de
enseñanza en el que todo es blanco o negro, el director solo orienta y dice lo
que hay que pensar y hacer. El gris no tiene sitio y todavía menos los demás
colores. Eso o nada. Esta lógica rige todos los pensamientos y sentimientos de
los miembros del grupo. Echa raíces en lo más profundo. Acaban por tener una
falsa seguridad de que siempre llevan la razón y de que los demás siempre están
equivocados. No pueden equivocarse porque
el dirigente que tiene la verdad siempre está ahí para aconsejar y adoctrinar.
Incluso después de haber
abandonado el grupo, este pensamiento dualista continúa inconscientemente, de
diferentes formas, influyendo en la persona, creando importantes barreras en su
readaptación a la vida cotidiana. Esta persona se puede encontrar con diversos
problemas:
1. Pérdida de confianza en sí
misma. El miedo de tomar decisiones sola por miedo de
equivocarse.
2. La preocupación constante por
tener una respuesta clara a todo.
3. La búsqueda de alguien que pueda
guiarla y darle la respuesta exacta a cada pregunta.
4. El perfeccionismo la conduce a
no soportar errores y contradicciones.
5. Dificultad para ser tolerante
y admitir que hay otros puntos de vista.
6. La seguridad de tener siempre
razón.
7. La tendencia a no escuchar
opiniones ajenas y a presentar siempre ideas presupuestas.
8. La dificultad para dominar sus
emociones, como cualquier niño pequeño.
5. El fenómeno de flotamiento
El grupo impone a sus miembros
una nueva identidad: esta se construye esencialmente a partir de la doctrina y
no de la vida y del libre arbitrio. Las diferentes técnicas de manipulación
refuerzan ese proceso e impiden toda reflexión personal. La doctrina del grupo
moldea la nueva identidad, pero es importante comprender que el antiguo yo no
ha desaparecido totalmente. Es como un libro por el que no se tiene mayor
interés y que se pone en la biblioteca detrás de otro que nos apasiona más.
Incluso si no está visible, siempre está ahí.
Un miembro que se da cuenta de
que se ha manipulado y abusado de él, recomienza poco a poco a pensar por sí
mismo. De cierta manera, vuelve a colocar ese libro de forma accesible por el
que no se interesaba ya.
Para muchos, al principio es
difícil manifestar la verdadera personalidad. Muy a menudo durante un cierto
tiempo, el ex miembro navega entre su propia identidad y la que el grupo
construyó para él. En inglés esto se llama “floating”.
Este fenómeno se desencadena
cuando la persona ve, oye, lee, se encuentra con alguien o algo que la vuelve a
sumergir en la atmósfera del grupo. Esta es la experiencia de una mujer en su
nueva parroquia:
“Durante el culto del domingo, el
coro interpretó un cántico que conocía bien, lo cantábamos a menudo en mi
antiguo grupo. Oyéndolo me sentí confundida y por un momento todo cambió a mi alrededor. Ya no estaba en mi nueva parroquia sino en ese
grupo con mis antiguos amigos y tenía el sentimiento de que Dios me decía que
volviera con ellos.”
Como esta mujer había adquirido
ya cierta independencia del grupo, pudo rápidamente dominar el problema.
Desgraciadamente a muchas personas todavía frágiles, esto les puede perturbar
profundamente, provocando a veces incluso la vuelta al grupo.
6. Los problemas espirituales de las víctimas
6.1. La relación con Dios
Algunas preguntas vuelven una y
otra vez en las personas que fueron manipuladas espiritualmente: “¿por qué yo?,
¿qué te he hecho, Señor?”, “¿dónde está Dios?”, etc. Esta terrible experiencia
falsea completamente su relación con Dios. Son incapaces de comprender quién es
realmente. Tienen la impresión de perderlo. Experimentan la cólera hacia él y
tienen el sentimiento de que les traiciona y abandona, que su salida o
expulsión fue un grave pecado. Por ello creen que Dios los repudia retirándoles
su confianza y su amor. Su sentimiento de culpabilidad ante Dios es grande.
Algunos creen que han perdido toda posibilidad de salvación.
6.2. La oración
A este respecto, según los
testimonios de víctimas que han seguido rezando solas o con otros, tres
problemas aparecen. Primero, esas personas tienen el sentimiento de que Dios no
escucha la oración que se le dirige, que no contestará. Segundo, se sienten
culpabilizadas porque no rezan cada día o porque no lo hacen el tiempo
suficiente, o porque les falta fervor. En tercer lugar, se sienten deprimidas o
tienen ansiedad durante la oración. Esto ocurre sobre todo a los que llegan a
un grupo en el que la forma de rezar se parece a la de la antigua comunidad. El
hecho de rezar los vuelve a sumergir en la atmósfera del grupo, recordándoles
momentos penosos vividos dentro del mismo.
6.3. La relación con otros
cristianos
Siempre según numerosos
testimonios, constituye para muchas víctimas una gran dificultad, a causa de la
obsesión con ser otra vez víctima de abusos espirituales. Hay cuatro razones
principales:
-El hecho de haber creído que se
formaba parte de una élite escogida por Dios lleva a algunos ex miembros a
seguir pensando que son diferentes a otros cristianos y que no sirve de nada
relacionarse con ellos.
-Un complejo de inferioridad en
todo, con respecto a los demás cristianos, imposibilita a las personas de las
que se abusó espiritualmente.
-El miedo de hablar de la propia
experiencia, de no ser comprendido y de soportar nuevas heridas les retiene
igualmente.
-En fin, todos tienen el
sentimiento de haber cometido un grave pecado que hace que los demás cristianos
no querrán aceptarlos.
6.4. La depresión
Todos los ex – miembros que
encontré han pasado por una depresión, de intensidad y duración variable según
los casos. El aislamiento afectivo, las dificultades de relación, los problemas
espirituales son las causas principales. El sentimiento de culpa y los remordimientos
pueden añadirse alimentados por varios factores:
1. El hecho de haber convertido a
otros a la doctrina del grupo y de no poder hacerlas salir.
2. El hecho de haber pertenecido
al sistema que utiliza técnicas de manipulación mental y practica los abusos
espirituales.
3. El hecho de haber sido
manipulador.
4. El hecho de haber perdido
mucho tiempo de su vida, también la familia, el cónyuge, los hijos, la carrera,
la educación, dinero, bienes y hasta la salud.
5. El hecho de encontrarse sin
nada y no saber cuál será el futuro.
Algunos de los ex miembros
depresivos necesitan una terapia. Es muy importante que la familia, los amigos,
el sacerdote, hagan un trabajo de acompañamiento, animando a la persona a
buscar un especialista (psicólogo o psiquiatra). Una depresión que no se cura
puede tener graves consecuencias y a veces conducir al suicidio.
Las dificultades de las víctimas
son importantes y les parecen imposibles de superar, pero como lo muestra el
siguiente capítulo, se pueden curar las heridas.
La readaptación
Para la víctima de abuso, la
restauración de su vida y personalidad pasa por diferentes etapas y reclama
esfuerzos constantes.
a) Los seis servidores fieles de R. Kipling.
El escritor británico R. Kipling,
autor del “Libro de la jungla”, de “Kim” y numerosos novelas y poesías, dijo un
día que seis fieles servidores le habían enseñado todo lo que sabía de la vida.
El los llamaba así: Quien, Qué, Cuándo, Dónde, Porqué y Cómo.
Para una persona que ha sido
manipulada espiritualmente, encontrar su vida normal y su autonomía es una ruda
prueba acompañada de mucha confusión. A principio no sabe qué hacer y a quién
dirigirse y sobre todo tiene grandes dificultades para pensar y tomar sus
decisiones. Los seis fieles servidores de Kipling pueden serle de gran ayuda
para reconstruir su vida.
¿Quién puede ayudarme,
sostenerme, escucharme?
¿Qué necesito para retomar una
vida normal y encontrar mi autonomía?
¿Cuándo puedo hacerlo?
¿Dónde puedo?
¿Por qué siento estas cosas?
¿Cómo puede recuperar mi
equilibrio sicológico?
Se pueden usar estas seis
preguntar para reflexionar sobre un gran número de temas.
b) Hacer una investigación sobre sí mismo
Después de haber salido del
grupo, muchos se sienten estúpidos, culpables, insensatos. Es un juicio
erróneo. Es importante darse cuenta de que lo que pasó no es culpa de uno, que
es a costa de uno como se ha sido engañado.
Para llegar a comprender lo que
pasó al principio hay que reflexionar sobre el pasado y ver porqué se llegó a
ese grupo y qué llevó a él.
Todos los testimonios tienen un
punto en común: las personas manipuladas espiritualmente se encontraban siempre
en un momento difícil de la propia vida. Por ejemplo, un duelo, un divorcio,
una grave enfermedad, la pérdida del trabajo. O tenían dificultades para
integrarse en la sociedad. Otros estaban buscando valores. Por todo eso, esas
personas se encuentran sicológicamente debilitadas y son fácilmente
influenciables.
Las manipulaciones llevan consigo
una nueva estructura de identidad artificial sobre esa persona, transformando
las convicciones y el lenguaje. La doctrina y la manera de actuar del director
abusador se transforman en referencias incondicionales para vivir y ser.
Es importante por ello que esas
personas encuentren su acceso a su identidad, que reflexionen y se acuerden de
lo que eran antes de comprometerse en el grupo. ¿Qué ideas tenían sobre sí
mismas, sobre la gente en general, sobre la familia, el matrimonio, el mundo,
la sociedad, la educación de los niños, la enseñanza escolar, la política, la
religión… etc.?
c) Sobre las manipulaciones mentales
Aquí van algunas preguntas
importantes en el proceso de readaptación:
-¿Qué es manipulación mental?
-¿Cómo fui manipulado?
-¿Cuáles son las técnicas
empleadas por el grupo?
-¿Me influyen esas técnicas,
incluso después de haber salido del grupo?
-Si la respuesta es sí, ¿cómo?
La comprensión de las tres
primeras permitirá darse cuenta de cómo la identidad ha sido manipulada y
modificada. La cuarta muestra si esas manipulaciones continúan afectando la
vida actual. Es aconsejable leer mucha información sobre las manipulaciones
mentales así como reunirse con especialistas o personas que vivieron las mismas
experiencias. Hablar de ello permitirá comprender y superar ese problema del
control mental del pensamiento.
d) Romper la barrera del lenguaje codificado
Todos los testimonios que he oído
me explicaron que en su iglesia o comunidad, hay un lenguaje cifrado adaptado
al grupo. Muchos nuevos términos y expresiones se inventan para darles un
sentido diferente al normal. De hecho un tercero no iniciado, no comprenderá.
Muchos adeptos siguen usando ese lenguaje, poco a poco ese lenguaje es el único
que conocen. Les sirve para expresar convicciones y enseñanzas del grupo o del
director. Es un lenguaje simple y pobre, que disminuye la capacidad de pensar y
sentir. Ciertas palabras y expresiones disparan emociones que pueden ser
positivas o negativas.
Por ejemplo, una comunidad usa
expresiones como: “amar al padre” y “traicionar al padre”. Tras la palabra
“padre”, hay que comprender al jefe del grupo. Según las circunstancias, la utilización
de esas expresiones dispara en la persona risas, alegría o al contrario lloros,
vergüenza y una gran culpabilidad.
Para los miembros, este nuevo
lenguaje crea una unión muy fuerte con el grupo que hace que el mundo exterior
les sea extraño. Les es imposible comunicar con la familia o amigos de manera
normal. Acaban por cortar con el propio pasado.
Después de la ruptura con el
grupo, el lenguaje codificado es una barrera importante en la comunicación. Los
ex adeptos se ven obligados a reaprender a hablar, pero chocan con todas esas
palabras y expresiones y no saben si serán capaces de deshacerse de ellos. Es
entonces importante:
1. Tomar tiempo y no ponerse
nervioso, sustituyendo poco a poco el lenguaje especial por el real.
2. Intentar encontrar en qué
momento se usan esas expresiones raras.
3. Pedir a la familia y amigos
que señalen las palabras extrañas.
4. Abrir el diccionario para
aprender el sentido real de las palabras.
5. Acordarse de que el problema
de la comunicación se debe a las manipulaciones sufridas.
6. Tener confianza en las propias
capacidades para superar el obstáculo.
e) Qué hacer con la impresión de flotamiento y las crisis de angustia.
Lo ex adeptos se encuentran con
otras dificultades durante su readaptación:
1. el flotamiento.
2. las crisis de angustia que
vienen de las fobias o de sus miedos implantados por la doctrina del grupo en
el inconsciente (ver el cap. 2)
Estos dos fenómenos son efectos
consecutivos del control del pensamiento. Disminuirán y desaparecerán con el
tiempo. Para llegar a dominarlos, hay que, primero, buscar e identificar
porqué, cómo y cuándo se disparan esos fenómenos. Una canción, una música, una
palabra, una expresión, un olor, alguien que se parece al dirigente del grupo,
o la atmósfera particular de un lugar pueden hacer surgir el estado de flotamiento
o la crisis de angustia. Desde el momento en que se comprende la causa, es
posible gestionarla. Para adquirir el discernimiento, es necesario un trabajo
sobre uno mismo más o menos largo según las personas.
Una joven era miembro de una
comunidad que enseñaba que las personas que abandonaban el grupo morían de
enfermedad grave. Durante varios meses después de su marcha, sufrió crisis de
angustia muy violentas y se veía morir y caer al infierno. Un simple catarro,
un poco de fiebre le producían la angustia. Ella pensaba que iba a volverse
loca. Después de hablar con varios ex adeptos de su comunidad, comprendió que
eso no se debía a ella, sino a los temores implantados por el grupo en su
inconsciente. Después, siguiendo el consejo de esas personas, pudo superar las
crisis de angustia repitiendo sistemáticamente: “No tengo que tener miedo. Este
estado de angustia viene de las mentiras y las manipulaciones del grupo. No
tengo que tener miedo. Ahora ya no me controla el grupo. Soy yo quien controla mi
vida.”
Otro ex adepto me dijo que,
durante más de un año, no se atrevía a abrir la Biblia. Cuando leía la
expresión “padre nuestro”, la figura sonriente del jefe de la antigua
organización se le aparecía. Cada vez que hacía la experiencia, sentía mucha nostalgia
y tenia ganas de volver a la comunidad. Entonces se sometió a un pequeño
ejercicio para romper esa asociación de ideas. Durante un mes, cada vez que
llegaba a esa parte de la Biblia decía en voz alta: “en la Biblia, “nuestro
Padre” es Dios. Mi antiguo director no es Dios, es el dirigente de mi ex
comunidad, no es más que un hombre y por ende, un charlatán.”
Sin embargo, a veces las personas
como esos dos ex adeptos, no pueden controlar por sí mismo el flotamiento y las
crisis de angustia. En esa situación, es preferible buscar una ayuda
psicológica profesional.
f) Controlar el stress
La readaptación es un proceso forzado,
factor de stress y susceptible de conducir a una depresión, a crisis de
angustia o de suscitar momentos propicios al flotamiento.
Los signos reveladores de stress
son numerosos: no poder relajarse, estar demasiado nervioso, taquicardia, tener
temblores, desmayarse, problemas de respiración, de sueño, beber demasiado o
comer demasiado, no poder concentrarse.
Para reducir los efectos
negativos se recomienda:
1. Tomar tiempo de relajarse cada
día. Es importante tener cortos momentos de relax.
2. Dormir lo suficiente. Tener
cuidado en hidratarse lo suficiente y tener una alimentación equilibrada.
3. Tener un pasatiempo y hobby.
4. Hacer deporte.
5. Tener a alguien de confianza
con quien se puede hablar abiertamente de sus propios problemas.
6. Evitar el perfeccionismo.
7. Tomar tiempo necesario sin
impacientarse inútilmente.
g) Reaprender
1. Hacer esfuerzos para tener de
nuevo confianza en sí mismo. Usted vale, debe deshacerse del filtro de la culpa
que le empuja a creer que es un insensato, culpable y estúpido. Nadie escoge
deliberadamente ser manipulado y espiritualmente abusado. Usted ha sido
víctima, no es su valor personal lo que está en causa.
2. Buscar y creer de nuevo en sus
posibilidades y propias capacidades, después usarlas para hacer recomenzar una
vida normal. No olvidar que cada persona ha recibido de Dios uno o más dones.
3. Pensar, decidir y escoger por
sí mismo. Decir claramente “quiero” o “no quiero”, “me gusta”, “no me gusta”.
Utilizar la palabra “yo” para indicar las necesidades y deseos no es un pecado.
Jesucristo mismo nunca jamás evitó emplear el pronombre personal para expresar
sus sentimientos:
-“Padre, quiero que allí donde
estoy, los que me has dado estén también conmigo, para que contemplen mi
gloria, la que tú me has dado, porque tu me amaste antes de la fundación del
mundo” (Jn. 17, 24).
-“No penséis que he venido a
abolir la ley o los profetas. He venido no para abolir, sino para cumplir.” (Mt
5:17)
4. Reaprender a ser tolerante,
respetando la libertad ajena, sus maneras de pensar, de actuar y también sus
opiniones políticas y religiosas. Cada persona no tiene por qué pensar como lo
hago yo. Hay que comprender que la ambigüedad y las paradojas pertenecen al
mundo y a la vida, que no siempre es posible encontrar respuestas claras y
exactas a lo inconcebible. No seguir creyendo que siempre se tiene
razón y que los demás se equivocan.
5. Reaprender a expresar sus sentimientos
normalmente. El miedo, la tristeza, la cólera son sentimientos indispensables
para expresar la vida en el ser humano. Es natural y legítimo manifestarlos con
comedimiento, para hacer comprender realmente lo que se siente. Jesucristo no
tuvo jamás vergüenza de decir o de mostrar este tipo de sentimientos:
.-“Jesús lloró” (Jn 11:35)
-“Dijo: mi alma está triste hasta
la muerte, quedaos aquí y vigilad conmigo” (Mt.
26:38)
-“Entonces mirándolos indignado y
apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. La
extendió y quedó sana.” (Mc 3:5).
-“Hacia las tres de la tarde
Jesús gritó con fuerte voz: Eli, Elí, lemá sabactaní? Que quiere decir: Dios mío, Dios mío ¿por qué me
has abandonado?” (Mt. 27:46)
-“Entró en agonía y oraba más
intensamente; sudaba como gotas de sangre que corrían por el suelo.” (Lc 22:44)
La alegría es también uno de los
sentimientos esenciales de cada ser
humano. Se experimenta cuando uno de nuestros deseos y aspiraciones es
satisfecho. Es limitada en su duración y
es imposible para un cristiano estar siempre en ese estado. Algunos versículos
de la Biblia se interpretan de manera que parece que pase lo que pase hay que
estar siempre alegre y contento. Entre ellos: Jn
17:13: “Pero ahora voy a ti y digo estas cosas cuando todavía estoy en el mundo
para que tengan la plenitud de mi alegría,”; Y también Gal. 5:22: “El fruto del
espíritu es…la alegría…”
En la versión original de estos
textos, en griego, el sentido de la palabra alegría corresponde a la certeza de
que hemos de estar unidos a Jesucristo y a la de su presencia en nuestra vida.
Esto no quiere decir que tengamos que estar obligatoriamente en ese estado en
toda circunstancia. Y todavía menos que los que no están así están en pecado
grave. Jesucristo, ante la desgracia, el sufrimiento, la tristeza, el
infortunio, la injusticia, no experimentó alegría. A la muerte de Lázaro, lloró
en Getsemaní, estuvo triste hasta la muerte. Ante el endurecimiento del corazón
de la gente, mostró su cólera.
Manipular o deformar así los
sentimientos conduce a las personas bajo influencia a rechazar en lo más
profundo de sí mismas el miedo, la cólera y la tristeza.
h) Estudiar la Biblia
La mayoría de ex miembros de
grupos abusivos me han explicado que, después de haber dejado su grupo, su
espíritu se quedó literalmente encadenado por las manipulaciones salidas de
falsas interpretaciones de la Biblia que les habían sido inculcadas. Estudiar
cuidadosamente la Biblia permite desmantelar esta enseñanza falsificada. El
método más adaptado es el de los miembros de la iglesia de Berea, que se cuenta
en los Hechos.
“Los judíos de Berea eran más
abiertos que los de Tesalonica, y recibieron la
palabra con buena disposición, estudiando diariamente las Escrituras para ver
si todo era así.”
Aquí van algunos consejos:
-Leer diferentes versiones de la
Biblia ayuda a hacer un buen estudio de los textos. Las dos versiones más
extendidas son la de Luis II y la Biblia de Jerusalén. Otras traducciones
también son interesantes: la Biblia de Chouraqui que
es una traducción literal teniendo en cuenta el espíritu de las lenguas
originales; la TOB, traducción ecuménica de la Biblia: la versión Palabra de
vida, en francés fundamental, que propone un texto fácil y dinámico.
-Leyendo un texto bíblico hay que
tener en cuenta:
Colocarlo en su contexto, quién
es el autor, en qué momento se escribió, a quién iba destinado.
Buscar los diferentes temas
teológicos tratados en el texto y compararlos con otros textos que traten el
mismo tema.
Hacer búsquedas en el plano
histórico, cultural, geográfico y teológico de la época.
Examinar el sentido de ciertas
palabras en hebreo y en griego.
Para guiar al lector, la lectura
de notas que se encuentran en ciertas Biblias puede ser particularmente
beneficiosa.
En fin, hay que completar el
estudio con la lectura de libros y artículos consagrados a la comprensión de la
Biblia.
Frente a un texto difícil o para
evaluar el fundamento bíblico de una afirmación, se recomienda estudiar con una
persona cualificada (pastor, sacerdote, catequista, biblista,
profesor de teología) en quien se confíe y cuyas competencias y honestidad
intelectual estén atestiguadas. Este acompañamiento en el estudio constituye
una ayuda muy preciosa en la difícil búsqueda de la verdad.
i) Escoger una nueva iglesia o comunidad
Para los que quieren encontrar
una nueva iglesia, he aquí algunos consejos útiles.
1. Visitar diferentes iglesias,
parroquias y comunidades locales.
2. Hablar a menudo, largo y
tendido con el responsable de la comunidad para entender mejor la verdadera
personalidad. No fiarse de las primeras impresiones.
3. Charlar con los diferentes
miembros de la asamblea para intentar comprender como funciona.
4. Hacer búsquedas para ver si
hay problemas en ese grupo eclesial. Ver si mucha gente se ha ido. Si la
respuesta es afirmativa, intentar contactar con ex miembros y preguntarles por
la razón de su marcha.
5. Reflexionar y rezar sobre lo
que se desea y espera de esa nueva iglesia o comunidad.
6. No olvidar que los cristianos
son seres humanos, por tanto pecadores: en consecuencia, es imposible,
encontrar una iglesia perfecta.
7. Si se tienen amigos cristianos
de confianza es bueno pedirles consejo y también rezar por ellos.
8. No darse prisa por escoger.
j) Never give up!
“Yo sé bien los proyectos que
tengo sobre vosotros –dice el Señor- proyectos de prosperidad y no de
desgracia, de daros un porvenir lleno de esperanza.” Jr
29:11.
Cuando pregunté a Sandra, una
mujer que pasó largos años en una comunidad en la que sufrió abusos
espirituales y sexuales, cómo había podido sobreponerse a tanto sufrimiento y
retomar una vida normal, me respondió con una gran sonrisa:
“Es muy sencillo, Pascal, never give up! A pesar de todas
las dificultades que se presenten, nunca hay que renunciar. En el grupo, yo era
una víctima, pero después de marchar de allí, yo era libre. Ciertamente cubierta
de moratones, pero libre. Libre para empezar de cero, para creer de nuevo en mí
y rehacer mi vida. Libre para creer que Dios tiene designios de paz y no de desgracia para mí, con el fin de
darme un futuro lleno de esperanza. Bien entendido, hay altibajos, momentos de
depresión, pero en el fondo de mí siempre conservé la esperanza de que habría
un fin y que, pase lo que pase mi primavera llegaría.”
Sandra añadió: “Para emprender
esta larga carrera con el fin de encontrar mi lugar en la sociedad, trabajar
con un grupo de ex miembros es importante. Su apoyo, sus consejos y su
comprensión me sirvieron de gran ayuda. En muchos casos el simple hecho de que
estén conmigo me ha permitido no perder la valentía y seguir mi camino.”
k) El pequeño pueblo en la montaña
Había en una montaña muy grande
un pueblecito que estaba unido al resto del mundo por un camino particularmente
estrecho. Este representaba la única vía para la supervivencia de todos los
hombres del pueblo. Un día, en otoño, hubo un gran derrumbamiento que obstruyo
por completo el camino. Era imposible salir o entrar en el pueblo.
Los del pueblo estaban enloquecidos.
Lloraban y decían: “¡vamos a morir!”. Se quedaron mucho tiempo delante del
montón de piedras sin hacer nada, hasta que un niño llegó cogió la piedra más
pequeña y la puso al lado. Luego miró a los del pueblo y les dijo: “En lugar de
llorar, haced como yo y empecemos a despejar el camino quitando poco a poco las
piedras.”
Para muchos, la readaptación
parece irrealizable, un destino que jamás se alcanzará. Hay tantas barreras que
se levantan ante uno y que parecen infranqueables, que la persona no sabe ni
cómo ni por dónde empezar. Se siente a menudo desanimada antes de haber
comenzado. Para llegar, hay que tener paciencia, valentía y también esfuerzos
de comprensión hacia uno mismo. La mejor técnica es tomar como modelo al niño
del pueblo y quitar poco a poco las piedras que obstruyen el camino. Es
importante hacerlo según las propias posibilidades, respetando el propio ritmo
sin querer quemar etapas.
No te dejaré ni te abandonaré
Aunque todos nos echen, aunque
todo se venga abajo a nuestro alrededor, o que el fin del mundo está próximo,
el Dios de la Biblia nos dice: “No te dejaré ni te abandonaré” Hb 13:5.
Esta parte de la Biblia es
importante y tranquilizante para usted que ha sido objeto de abuso espiritual y
que vive en la vergüenza y en la culpabilidad, porque piensa equivocadamente
que usted traicionó a Dios y que para vengarse Dios le rechaza. Si usted
comprende verdaderamente este versículo, no tiene porque sentirse culpable y
avergonzado. Pase lo que pase Dios no abandona a nadie.
Comprenda que usted no ha
traicionado. Usted simplemente ha dejado atrás a un falso Dios. No es que Jesús
quiera vengarse de usted, son los que le han manipulado. No hay que temer su
enseñanza mentirosa.
El amor de Dios y de su Hijo Jesucristo
es incondicional. Incluso si usted no consigue construir una iglesia con miles
de fieles, ¡Dios le ama! Incluso si usted no puede dar ofrendas de dinero para
la iglesia, El le ama. Incluso si no lleva ropa cara al oficio divino, El le
ama. Usted es aceptado no por lo que hace sino por quien es. Pablo, en la
epístola a los Romanos (8:38,39), escribe: “Estoy convencido de que ni la
muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni las dominaciones, ni el presente, ni el
futuro, no las potencias, ni los seres de arriba ni los de abajo ni ninguna otra criatura podrá separarnos del
amor de Dios en Jesucristo nuestro Señor.” No se preocupe, a pesar de todo lo
que le pueda pasar, Dios jamás le negará su amor.
En Jeremías 31:3, Dios nos dice a
cada uno: “Te amo con un amor eterno; por eso conservo mi favor.”
Dios nos ha mostrado su amor por
la cruz de su hijo Jesucristo. “En eso está el amor, no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que El nos amó primero y envió a su Hijo como
propiciación por nuestros pecados.” (1 Jn 4:10)
En las iglesias o las comunidades
que se desvían, los responsables enseñan y hacen creer que si usted no hace
enormes esfuerzos y un trabajo considerable, usted no podrá salvarse, y la
salud de su alma depende de sus obras. Pero lo que enseña la Biblia respecto a
este tema es diferente. La salvación no viene de nosotros ni de nuestras obras.
Somos salvados por la gracia, por medio de la fe. Es el don que Dios nos hace
por la cruz de Jesucristo. Dios nos pide simplemente creer y recibir su gracia.
En la epístola a los Romanos está escrito: “Porque si
confesares con tu boca al Señor y creyeres en tu corazón que Dios le resucitó
de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para la
justicia, y con la boca se confiesa para la salud. Pues la Escritura dice: Todo
el que creyere en El no será confundido.” (Rom. 10:9-11)
Rechace esa falsa imagen de Dios
que a usted le han inculcado, la imagen de Dios de cólera que está ahí para
juzgar, castigar y enviar la gente al infierno, la de un Dios frío y lejano al
que no le importan esos problemas y sufrimientos de los seres humanos.
Aprenda a través de Jesucristo a
descubrir el verdadero rostro de Dios Padre, el de amor, de la compasión y del
perdón. Para ese Padre, cada persona, sin ninguna excepción, tiene valor a sus
ojos. Dios ha venido en Jesucristo para salvar, curar y dar la vida en
abundancia.
Jesús conoció la angustia y el
sufrimiento. Por eso él puede comprenderle, llorar con usted como lo hizo con
Marta y María, a la muerte de Lázaro. No le juzgara ni condenara: así actuó con
todos los que encontró.
Deje de culpabilizarse y recuerde
las palabras de Jesucristo, en el evangelio de Mateo (11:28,30): “Venid a mí,
todos los que estáis fatigados y cargados que yo os aliviaré. Tomad vosotros mi
yugo y aprended, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para
vuestras almas, pues mi yugo es suave y mi carga ligera.”
Responda a su llamada y encuentre
el él descanso de su alma.
¿Cómo ayudar a una víctima de abuso espiritual?
“Ayudar no es
ni
estar delante
ni
estar debajo
ni
tomarlo en carga ni proponer nuestras soluciones…
Es acompañar,
Estar con,
Tomar por la mano,
Pero es el otro quien
nos dice el camino a seguir. (Jenanine PILOT)
- La parábola budista del hijo pródigo
Uno de mis amigos japoneses me
contó un relato sacado de uno de sus numerosos libros sobre esta religión. Este
relato cuenta la historia de un joven que salió de la casa de su padre para
intentar hacer fortuna en un país extranjero.
Este joven, que conoció el fracaso
total, se vio obligado a convertirse en mendigo. Después de una larga ausencia,
vuelve a su ciudad natal en la que su familia se ha enriquecido. Un día, su
padre paseándose por las calles de la ciudad lo encuentra y reconoce
inmediatamente a su hijo. Desgraciadamente, el joven es amnésico no puede
reconocer a nadie. Al día siguiente, su padre lo lleva a casa pero el joven
temiendo ser llevado a la cárcel se desmaya. El padre decide entonces tomarlo a
su servicio dándole los trabajos más humildes de la casa. Tiempo después, para
ganar su confianza, el padre se quita
sus vestimentas buenas y pide al joven que lo considere como su propio padre.
Este le pregunta la causa del gesto. El padre contesta: “Porque soy viejo y tú
joven, y tú haces todos los trabajos más humildes para mí con mucha humildad.
Además no hay en ti ni maldad, ni egoísmo ni ingratitud. Te considero ahora como
si fueras mi propio hijo.”
El padre emplea así a su hijo
durante largos años, confiándole la responsabilidad de administrar sus bienes.
El joven sigue haciendo prueba de humildad en su trabajo sin jamás buscar enriquecerse.
El padre lo adopta y lo hace su heredero.
La víctima del abuso espiritual
se parece a este hijo amnésico. Muchos padres encuentran grandes dificultades
para restablecer relaciones normales con su hijo después de que éste haya
abandonado una iglesia o comunidad en la que fueron manipulados. Es siempre muy
duro constatar que una persona cercana puede ser ahora tan distante. Ese ser
querido ha estado en un lugar donde usted no estuvo, ha sufrido abusos y
manipulaciones que son difíciles de imaginar. En toda su vida, usted no ha
vivido lo que él ha vivido. Usted no ha perdido a la vez amigos, esperanza,
confianza y varios años preciosos de vida.
Para ustedes, padres, incluyo en
esta palabra todos los familiares de una víctima, pienso que la parábola
budista del hijo pródigo puede ser de gran utilidad. El padre del joven
comprendió que, a pesar del regreso del hijo a casa, había perdido al ser
querido como era antes y que nunca sería el mismo. Este padre debe aceptarlo
como ahora es y acompañarlo en su cambio. Tiene que amarlo renunciando a amarlo
a que sea como le hubiera gustado y adoptar la nueva persona en la que se ha
transformado.
2. O-ka-é-ri-na-sai
En japonés cuando alguien vuelve
a casa después de una ausencia más o menos larga se le dice: “O-ka-é-ri-na-sai”. Significa, “feliz regreso” o “estoy contento de verte
de nuevo”. Me gusta mucho este saludo pues lo encuentro lleno de calor. Después
de una larga jornada de trabajo, encontrar a alguien que te dice: “estoy
contento de volverte a ver” es muy reconfortante.
Para Carole,
estas palabras pronunciadas por su madre se han transformado en palabras de
vida y aliento. Cuando salió de la comunidad en la que había sufrido abusos
espirituales y sexuales, se encontró sin amigos y sin dinero. Como no había
tenido contacto con su madre en diez años, no se atrevió enseguida a ir a verla
por miedo a que le diera con la puerta en la nariz. Pero su situación
financiera era difícil y no sabía donde dormir, se decidió a visitarla para
pedirle ayuda. Con mucha ansiedad llamó a la puerta de su madre. Pero todo
sucedió muy diferente a lo que había pensado. Después de abrir la puerta, su
madre la miró unos segundos y con una sonrisa le dijo: “O-ka-é-ri-na-sai,
Carole”.
Después, su madre no le preguntó
nada y esperó con paciencia a que su hija le contara su historia, con
tranquilidad, largo y tendido, que no la iba a juzgar ni criticar.
Carole
me dijo. “Mi madre ha hecho mucho por ayudarme a retomar una vida normal y le
estoy muy agradecida. Pero para mí, las primeras palabras que dijo a mi regreso
son las más importantes. En ese momento, comprendí que me amaba y que su amor
era suficientemente grande para no juzgarme y para acogerla en su desasosiego.”
3. Acoger a la persona que sufre
Hace cinco años participé en un
seminario ecuménico con Jean Vanier que fundó en 1964 al lado de Compiègne, las comunidades del Arca en las que hombres y
mujeres de muchos lugares comparten la vida de personas que tienen un handicap mental. Desde entonces muchas otras comunidades
como esta se han fundado a lo largo y ancho del mundo. En ese seminario, Jean
Vanier habló de la importancia de la acogida a las personas que sufren. Para
él, acoger consiste en decir a las personas en cada momento “ven, entra”. Hay
que tener cuidado en no humillarla intentando transformarla según nuestras
ideas y opiniones. Antes bien al contrario hay que dar espacio al interior de
la persona para que pueda aportar algo. Jean añadió que “acoger a las personas,
es escuchar con atención, ver en ellas un don, mirarla con mucho amor”.
Tanto en la parábola budista del
hijo pródigo como en la forma de actuar de la madre de Carole,
encontramos la importancia de la acogida de la que habla Jean Vanier. Sea usted
pariente, hermano, hermana, amigo, sacerdote, o pastor, la acogida que usted
ofrece a la persona de la que se abusó espiritualmente le da la posibilidad de
retomar confianza en ella misma y encontrar el camino que lleva a la liberación
de su corazón y de su alma.
4. No culpabilizarse
Muchos padres con los que me encuentro
se sienten culpables. Piensan que son responsables si su hijo se une a una
comunidad que abusó de ellos. Piensan que si hubieran sido mejores padres, esa
desgracia no habría pasado. Intentan comprender porqué
su hijo o su hija hizo esa elección. Pero no hay que olvidar que en las
relaciones familiares es normal que haya conflictos. Conozco personas para
quienes las dificultades que conocieron con sus padres fueron en cierta medida
la razón para hacer esa elección. Pero incluso si ese es el caso en su familia,
es importante darse cuenta de que no ha sido usted el que ha manipulado y
abusado espiritualmente de su hijo. No es su responsabilidad. Le invito a
aprovechar del regreso de su hijo o hija para arreglar los problemas del pasado
y comenzar buenas relaciones juntos.
5. Paciencia y más paciencia
Un padre de familia al que
pregunté qué había sido lo más importante para ayudar a su hija a retomar la
vida normal me respondió: “Paciencia, mucha paciencia.”
Contó: “Pasé momentos de mucho
desánimo. Hubo períodos en que mi hija parecía haber encontrado al fin su
equilibrio psicológico, pero en los días siguientes bastaba un gesto, una
palabra, una mirada para que todo le recordara los abusos y manipulaciones que
había sufrido. Esto despertaba en ella la cólera, lloros y crisis de angustia sin
que pudiera hacer nada por ella. Me vi desarmada más de una vez ante una
situación que se repetía. Ha necesitado más de dos años para que pueda
reestructurarse psicológicamente.”
Durante la readaptación de su
hijo, encontrará mucho cansancio y frustración pues él o ella vivirá como
Patricia varios meses con altibajos. A menudo, le costará comprender y a veces
aceptar los diferentes estados de humor de su hijo o hija. Para superar esa
dificultad y ayudar mejor valen estos consejos:
a) No intente sobreproteger o
controlar a su hija o hijo. Permítale cometer errores. Déjele su autonomía y
anímele a pensar y a tomar decisiones.
b) Ayúdele a ser independiente.
c) Comprenda que, dado que ha
sido manipulado y controlado, sentirá gran repugnancia a toda manifestación de
autoridad.
d) Consulte libros, artículos,
lugares de Internet en los que haya información sobre manipulaciones mentales,
abusos espirituales y readaptación.
e) Acuda a reuniones y hable con
otras víctimas de abusos espirituales y familias para pedir consejo.
f) Acuda a especialistas en este
problema.
g) Si su hijo pronuncia palabras
dolorosas contra usted o si rechaza estar con usted o si le criticaba cuando
estaba en el grupo abusador, perdónele. Estudie la cuestión de las
manipulaciones mentales y de los abusos espirituales para comprender qué le condujo
a obrar así. Estar acompañado durante el tiempo de readaptación de su hijo le
ayudará considerablemente. Es mucho más fácil perdonar cuando se tienen las
razones que han empujado a una persona a hacer determinados elecciones.
h) Busque alguien (amigo, miembro
de la familia, pariente de la víctima) con quien usted pueda hablar en sus
momentos de fatiga y desánimo.
i) Tome también tiempo para
descansar y distraerse.
6. Un tiempo para escuchar al otro
Acabo de colgar el teléfono. Era
una cristiana que quería hablarme de los abusos espirituales sufridos en su
iglesia. Durante más de una hora me ha explicado lo que le pasó. En todo ese
tiempo, no dije nada ni dí ningún consejo. Sin embargo, al final, me dio las
gracias llorando. ¿Agradecer qué? Haberla escuchado. Se sentía aliviada y
liberada.
El Eclesiastés 3:7 recuerda que
“hay un tiempo para callarse y un tiempo para hablar”. Guardar silencio o más bien imponer silencio
para escuchar al otro. Una persona que
sufre tiene necesidad de hablar, de contar para vaciar ese “absceso” que
le duele. Usted también cuando su hijo quiera hablar de sí mismo, de sus
problemas, de su experiencia, tenga un tiempo de silencio y de escucha atenta.
Para ello no interrumpa en el momento en que le habla. Si tiene preguntas, hágalas
cuando haya acabado. No intente imponer sus soluciones y sus ideas. Hágale
sugerencias y dé su opinión si quiere o pregúntele si puede hacerle una. Si
sabe escucharle, recuperará poco a poco la confianza en usted.
7. Para padres creyentes y practicantes
La actitud hacia la fe cristiana
difiere de un ex miembro de un grupo abusivo a otro. Algunos, a pesar de todas
las dificultades psicológicas y espirituales que encuentran, siguen su camino
religioso y conservan la fe. Otros al contrario abandonan. Siempre es penoso
para padres cristianos y practicantes ver a sus hijos rechazar la fe. Pero,
incluso si éste escoge, respétele y no comience a criticar o a jugar al teólogo
para probarle que se equivoca. Corre el riesgo de deteriorar profundamente sus
relaciones con él. Es mejor darle todo el amor haciendo prueba de mucha
comprensión, indulgencia y también de compasión como Jesucristo lo hace para
cada ser humano que sufre.
Dé a su hijo el tiempo necesario
para que pueda ordenar su corazón y sus pensamientos. Así tendrá todas las
posibilidades de descubrir o redescubrir el verdadero evangelio de Jesucristo.
Le aconsejo que rece sobre ello y deje actuar al Espíritu Santo en el cuerpo y
el psiquismo de su hijo. Prohíbase espiritualizar su problema diciéndole que es
presa del demonio que le impide ver la verdad y que usted reza para su
liberación. Este tipo de petición puede ser nefasta, creando momentos propicios
al flotamiento que le hace recordar al ex miembro todos los momentos de abusos
y manipulaciones que ha padecido. Su hijo corre el riesgo de rechazar con más
violencia la fe o enfangarse más en la culpabilidad hacia Dios y el sentimiento
de ser malo.
También es posible que su hijo
escoja otra comunidad distinta a la suya. Respete su elección.
La fe, ¿liberación o sometimiento?
“Ni
individual ni colectivamente se crece a partir de la neutralización, del ahogo
o de la muerte del otro.”
Michel Quoist
Michel Quoist
Para concluir,
quisiera hablar de tres cualidades que me parecen esenciales a propósito de la
fe cristiana y que cada persona o grupo debería reflejar.
1. La necesidad de la diversidad
“Rechazar la
diversidad en el seno de la iglesia conduce derechamente al integrismo. El
sueño de una iglesia en la que todo el mundo tuviera la misma teología a partir
de la misma experiencia, la misma sensibilidad, la misma lectura del evangelio,
el mismo comportamiento y la misma fe es un sueño babélico.” Antoine Nouis
El libro del
Génesis (Gn 9:8-17) cuenta como Dios estableció una
nueva alianza con Noé, sus hijos, su descendencia y todas las generaciones que
vinieran así como con todos los pájaros, ganado y animales de la tierra. En el
versículo 13, Dios declara: “Pongo mi arco en las nubes y él será la señal de
mi alianza entre mí y la tierra.” Desde entonces el arco iris se ha convertido
en el signo de alianza entre Dios y nosotros los seres humanos. Me parece que
demasiados cristianos olvidan una característica muy importante de este signo:
está compuesto de siete colores, más los innumerables matices que le acompañan.
Dios no estableció su alianza a partir de un solo color. Por lo mismo no desea
que en sus iglesias o comunidades, todos estén obligados a ver y pensar igual.
Antes bien, para permitir a cada individuo escoger libremente el color que le
gusta, puso muchos arco iris de su alianza. Por ello,
es inconcebible que a todos les pueda gustar el mismo color.
Seamos ricos o
pobres, hayamos estudiado o no, tengamos una responsabilidad en la iglesia
local o no, todos somos iguales ante Dios. Cada creyente ha recibido su propio
don de Dios y creo que ese don simboliza uno de los numerosos colores de la
nueva alianza de Dios con nosotros.
La experiencia
del encuentro con Jesucristo es diferente y única para cada uno. Seamos
liberales, conservadores, evangélicos o carismáticos, nadie puede poseer él
solo la verdad, ni pretender que ha recibido un don superior del Espíritu
Santo.
Cuando un
sacerdote o director eclesial intenta unificarlo todo bajo un único color ¿qué
ocurre? Aplasta completamente los valores y la personalidad del creyente.
El ejemplo de
la torre de Babel en el cap. 11 del Génesis nos muestra la tragedia y el horror
de una sociedad en la que todo es sistemáticamente unificado según un modelo.
El traductor de la Biblia André Chouraqui lo hace
sentir en su traducción de los versiculos 1 y 6: “Y
es toda la tierra, un solo labio, palabras unidas… Un solo pueblo, un solo
labio para todos.” Cuando Dios en el versículo 7 dice, “descendamos y
confundamos su lenguaje para que no se entiendan los unos a los otros”, su meta
no es crear el desorden y el caos entre los seres humanos. Con esta acción, nos
enseña claramente su desacuerdo con todo sistema social totalitario en el que
la persona no puede existir y expresarse como sujeto.
Dios,
confundiendo las lenguas, rompe el yugo totalitario que encadena toda la
tierra. Y nos da a cada uno la posibilidad de volver a ser una persona
responsable de sí y de sus acciones. Desea que según nuestro lenguaje, nuestra
cultura y nuestra educación utilicemos el o los dones que nos ha atribuido para
nosotros, para los demás y para su gloria.
Creo que los
culpables de abusar espiritualmente deberían releer y meditar de nuevo esos dos
pasajes del Génesis.
2. La autoridad: ¿poder o servicio?
Pienso que los
responsables religiosos deberían también reconsiderar el sentido de la palabra
“autoridad” que deforman a menudo completamente. Distintos pasajes del
evangelio dicen que Jesús “hablaba con autoridad” o “mandaba con autoridad” (Lc 4:32,36). Pero es importante comprender que él jamás usó
la autoridad para controlar o aniquilar a nadie.
A este respecto
el pastor suizo Thierry Lenoir escribe: “Jesús nunca reivindicó el poder.
Incluso lo rechazó enérgicamente. Por ejemplo, justo después de su bautismo se
retiró al desierto. Allí, soportó la tentación del poder, de usarlo con fines
personales (transformar las piedras en pan para satisfacer sus propias
necesidades), tentación del poder espiritual (rendir honor a las fuerzas del
mal que dirigen el mundo para reinar mejor). Con valentía y lucidez, rechazó
entrar en ese sistema malsano de poder que mantiene las dependencias y las
alienaciones. Quien busca el poder ejerce sobre el otro una influencia por la
coacción moral, espiritual o física.
La deriva es
inevitable y esta influencia aniquila, en el que la padece, su individualidad,
su deseo y su realidad. Sometido al poder destructor, cada vez es menos él.
Es otra cosa
completamente distinta cuando se habla de autoridad. Tener autoridad es ejercer
igualmente una influencia, pero una influencia reconocida, confirmada y
aceptada por el otro. Esta influencia permite a este último crecer. Gracias a
ella, es más el mismo.”
3. La tolerancia
Hace más de
diez años, cuando explicaba por teléfono a mi padre que me había hecho
protestante en una iglesia de Japón, me contestó que se alegraba por mí. Hablamos más de una hora sobre las religiones
en general, la fe cristiana y también sobre la importancia de que cada ser
humano tenga el derecho de escoger con libertad su confesión religiosa. Antes
de colgar el teléfono, mi padre me dijo: “Pascal, pienso que es una buena cosa
creer. La fe es lo más personal, está inscrita en el corazón de cada uno. La fe
es el lugar de nuestras convicciones personales, pero no te dejes atrapar en la
trampa de pensar de forma exclusiva, como si todos los que no comparten tus
convicciones estuvieran equivocados. Esta forma de pensar es extremadamente
peligrosa, raíz de mucha intolerancia, de violencia y discriminación. Nadie
puede apropiarse de la verdad.”
En mi
introducción, expliqué que mis padres eran católicos. Pero hay un punto que
debo precisar, mi padre se hizo católico al casarse con mi madre. Toda su
familia es judía. A menudo en nuestras conversaciones me ha dicho claramente
que respetaba lo mismo el catolicismo y el judaísmo. Es lo mismo para mí: soy
protestante pero respeto las demás formas de ser cristiano (catolicismo,
ortodoxia) también el judaísmo y todas las demás confesiones religiosas. No me
hice católico por rechazo del protestantismo o del judaísmo, sino porque
encontré a Jesucristo y porque Dios me llevó a encontrarle aquí en Japón.
Poco antes de
su muerte volvimos a hablar sobre lo que me dijo cuando me hice protestante.
Añadió: “Pascal, el hecho de haber vivido la tragedia y el horror de la segunda
guerra mundial y del nazismo, cuando tu abuelo murió en el campo de
concentración de Auschwitz, en el que yo mismo, el resto de mi familia y muchos
amigos tuvieron que sufrir porque éramos judíos me llevó a estar sobre aviso
ante cualquier forma de intolerancia.”
Encuentro la
intolerancia en las iglesias y comunidades en las que hay abusos espirituales.
Es una de las razones principales de este mal. Empuja a los creyentes a tener
una actitud hostil o agresiva hacia los que no tienen las mismas opiniones y
creencias que ellos. Está también en el origen de muchas discriminaciones
raciales y religiosas, como la de los que creen que el color blanco es superior
a otro, o que tal religión debe ser destruida. Incluso encontré misioneros en
Japón que enseñan que cualquier religión que no sea la cristiana es del diablo.
Hay también quién se apoya en la Biblia para explicar que el Anticristo del fin
de los tiempos es el Islam o el judaísmo o el Papa… Esta lista es muy larga y
variada.
Este tipo de
enseñanza lamentable y estúpida va en contra del mensaje de amor de Jesucristo.
Ciertamente, Jesús quiere que anunciemos la buena nueva de su Evangelio. Pero
en ningún caso nos pide que ataquemos las creencias de otras religiones. Antes
bien al contrario debemos respetar a los musulmanes, a los judíos, a los
budistas y a cualquier otro creyente, porque ellos también como nosotros fueron
creados a imagen y semejanza de Dios. Cuando anunciamos el evangelio de nuestro
Señor, debemos hacerlo con la misma humildad y sensibilidad que él tuvo con la
mujer samaritana (Jn, 4:1-42)
4. La fe, factor de liberación
Cuando Jesús
enseñó en la sinagoga de Nazaret, se le dio a leer el libro del profeta Isaías.
Después de desenrollarlo leyó el pasaje que dice: “El espíritu del Señor está
sobre mí, porque me ha ungido para curar a los que tienen el corazón
desgarrado; para anunciar la buena nueva a los pobres; me ha enviado para
proclamar a los cautivos la liberación, a los ciegos la recuperación de la
vista, para liberar a los oprimidos, y proclamar el año de gracia del Señor”.
En estos versículos hay dos expresiones que me parecen importantes, “proclamar
la liberación de los cautivos” y “liberar a los oprimidos”. Esas dos expresiones
nos muestran claramente uno de los aspectos de la misión de Cristo: liberar a
las personas de sus angustias, curar enfermos, dar la vida al que está muerto.
Este aspecto de
la misión de Jesucristo está en todo el evangelio, en sus acciones y en sus
palabras: “no llores…, no tengas miedo…., no te preocupes… no te condeno: vete,
tus pecados te son perdonados…, vete en paz y sé curado…”
Jesús no ha
venido a encadenar ni a hacer esclavos. Su evangelio es el de la liberación y
no el de la esclavitud.
La libertad que
Jesús da a toda persona que cree en El es un don. Nuestra misión como
cristianos es compartir ese don con los demás y ayudarles a encontrar a Cristo.
Pienso que cada
cristiano es responsable de su fe. Eso requiere por nuestra parte atención a
nuestras palabras y acciones también a las de nuestras iglesias y comunidades.
¡Es muy fácil derivar hacia lo que no es cristiano!
Para acabar
quisiera decir que cuando es necesario es importante saber cuestionarse a sí
mismo y repreguntar a nuestra fe y su contenido. Aceptarlo todo ciegamente sin
reflexionar es algo muy peligroso. Ponerse a sí mismo en cuestión no es un
pecado es algo normal, sobre todo si se nota que hay un problema. La apertura y
la libertad de pensamiento son indispensables a la fe. Jesús no echó jamás a
los que dudaron de él. Respondió a las preguntas de Juan Bautista e incluso se
dejó tocar por Tomás.
Mi petición es
que nuestra fe en lugar de someter a los demás refleje y dé testimonio de la
liberación que Jesucristo trae al mundo.
¿De dónde vienen los abusos?
En el origen de un abuso
espiritual suele haber dos raíces principales: las personalidades abusivas y
los sistemas abusivos.
Se identifican tres tipos de
manipuladores, más o menos nefastos. Se diferencian por la intención que los
mueve y no por los efectos que su comportamiento tiene en su entorno y en las
víctimas.
El manipulador sobreprotector o “salvador”
Quiere hacerte el bien a pesar de
ti mismo. Manipula a los demás en nombre de intenciones que son irreprochables
según él. El fin justifica los medios en este caso, los medios sin embargo son
poco recomendables. Esta actitud la encontramos en una cita de Rousseau: “le
forzaremos a estar de acuerdo”. Es difícil determinar donde está la buena
intención y donde comienza la manipulación. Por ejemplo, el responsable de una
iglesia local quiere reclutar algunas personas de más en el equipo que se ocupa
del acompañamiento de adolescentes y jóvenes. Invita a una pareja joven a su
casa con la intención secreta de confiarles esa responsabilidad. Alrededor de
una buena mesa y en un marco más íntimo les confía en tono de confidencia que
conoce su gran valor, que le gustaría que se comprometieran más: luego como un
paréntesis accidental, menciona que en ese momento hay una necesidad para la
juventud a la que no sabe como responder. ¿No será quizás una posibilidad de
servicio traída por Dios? Estas personas
se encuentran en la trampa de una manipulación que se dice benévola. El
manipulador no se preocupa del completo desarrollo de esas personas y
privilegia el buen funcionamiento de la institución. Su manera de proceder
consiste en no decirlo todo. Piensa que la gente a su alrededor no es capaz de
comprender la verdad, y que hay que protegerla ocultando una parte.
Estos comportamientos
manipuladores son problemáticos porque se construyen a partir del postulado de
que el otro no es capaz de ser, de comprender y de escoger por sí mismo. Es
siempre considerado como un menor. Démonos cuenta de que esta fue y es la
actitud de la iglesia hacia las mujeres. Es necesario en ese caso que las
víctimas aprendan a poner límites, a decir no, a afirmar que son personas capaces
por sí mismas de saber lo que está bien o no, incluso si el manipulador piensa
y cree que tiene una misión con ellas.
En realidad, las personas a las
que el manipulador superprotector ayuda son su
“muleta”: ellas le permiten compensar algunos de sus problemas. Su identidad
personal se confunde a menudo con su función en la iglesia local. Es
dependiente de ella y necesita este comportamiento abusivo para hacer frente a
sus dificultades, a menudo sin darse cuenta.
Hay tres razones principales para
ese tipo de manipulación:
-el que abusa tiene una mala
imagen de sí mismo y una no comprensión de su vivencia emocional, a menudo como
consecuencia de una herida de la infancia, tiene complejos.
-desconoce la psicología
relacional (por ejemplo el fenómeno “transfer/contra-transfer”, las leyes de
funcionamiento de un grupo.
-no tiene en cuenta sus
necesidades y motivaciones inconscientes que disimula bajo motivos de valor
espiritual. Por ejemplo, no dice que sufre la pérdida de su madre pero explica
que tiene un ministerio de acogida y que le gusta estar rodeado para ayudar a
los demás. En lugar de aceptar su necesidad de compañía para atravesar esa
prueba, le da un barniz espiritual a la herida.
El egocéntrico
Aquí la manipulación es a
beneficio del ego del responsable que sufre (él también) de un déficit de
estima de sí. El egocéntrico se sirve de otros para nutrir su yo narcisista mal
construido. Le falta reconocimiento desde su infancia y espera de otros gestos
de atención para llenar esa carencia. Esto viene a reforzar, a nutrir su nefrosis
y tranquilizar su ansiedad. Para ello se sirve de su poder, de su fama, de su
imagen. Por supuesto nunca lo dice así. Pero la iglesia local es un lugar en el
que las ocasiones de ser responsable le van a ofrecer un medio para calmar su
herida. Olvida que nadie es capaz de dar a la edad adulta lo que le faltó en la
infancia.
La consecuencia de esta
manipulación narcisista es que crea a su alrededor como una corte, un entorno
que le proporciona signos de reconocimiento. En contrapartida rechaza a los que
no le “alimentan” o no lo suficiente organizándose para echarlos del sistema.
No le gusta la competencia ni la sombra que le hacen otros. En el fondo,
compensa su herida narcisista rodeándose de otros que desde ese momento no pueden
existir para sí mismos en esa relación. Necesita funcionar así para vivir su
patología. El abuso consiste aquí en que las personas de su entorno nunca son
escuchadas ni tomadas en consideración por sí mismas sino para servir al
egocéntrico.
El perverso narcisista
Es el más peligroso de los
manipuladores, pero felizmente es el menos frecuente. Con él ya no estamos en
el registro “personas difíciles” sino en el de personalidades difíciles. Marie
France Hirigoyen califica a los perversos narcisistas
de “psicóticos sin síntomas”. Incapaces de identificar y aceptar su propio
sufrimiento, encuentran su equilibrio haciendo sufrir a los demás; como las
sanguijuelas se nutren del sufrimiento que provocan en otros, de ahí su gran
capacidad de hacer daño. Es un mundo paralelo que es difícil de comprender si
no se ha recibido formación apropiada. No se debe confundir al perverso
narcisista con el manipulador egocéntrico señalado antes: el manipulador
egocéntrico conculca también las leyes relacionales, pero cuando es confrontado
a la realidad de su comportamiento y de sus efectos, puede reconocer los hechos
y cambiar de actitud. Este comportamiento es calificado de delincuente y no de
perverso. El perverso es incapaz de cambiar. No es un problema espiritual ni de
mala voluntad sino un problema de estructura profunda de personalidad.
El perverso narcisista a menudo
es descrito así: es seductor, inteligente, egocéntrico, incapaz de empatía:
muestra un gran sentimiento de grandeza y el deseo de obtener la admiración de
los demás: envidia el éxito de sus víctimas y puede transformarse en paranoico.
Es un manipulador espiritual y llega a darle la vuelta a sus responsabilidades
haciendo que sus víctimas se sientan culpables y responsables de lo que pasa.
Juega con la vergüenza, desvaloriza al otro, miente perfectamente, practica la
desinformación y la confusión. El perverso narcisista no es supervisado, no da
cuentas a nadie. Es alguien peligroso de quien hay que protegerse. Se puede
identificar este tipo de personas con los “malos” de la Biblia. No son muy
numerosos, pero existen.
La víctima de abuso espiritual
puede confrontarse a uno de esos tres tipos de abusadores o encontrarse en un
sistema abusivo. Del mismo modo, el abusador actúa solo o dentro de un sistema
abusivo. En este caso, alguien que no tiene la personalidad abusadora pero que
funciona dentro del grupo puede comportarse como tal.
Los sistemas abusivos
¿Cuáles son las características
de este sistema? Hay ciertos puntos en común en todos:
-Manipulación mental,
esencialmente alrededor de promesas irrealizables (métodos de evangelización
que prometen miles de conversiones, curaciones garantizadas, el despertar a
nuestro alcance a condición de compromisos más intensos). Estas promesas se
acompañan de un discurso culpabilizador y megalómano
sobre el dinero como: “Da tal cantidad al Señor, él te lo devolverá 10 veces
más…”
-Discurso elitista: “Somos los
mejores, los más legítimos, la élite de la nación…”
-Monopolio de la verdad: “La
única forma de comprender y vivir la Biblia es la nuestra.”
-Presión para una ruptura con el
entorno familiar (casi ausencia de tiempo libre para la familia a causa de
mucha actividad en el seno de la iglesia local, sobre todo si el resto de la
familia no es creyente) y con el entorno social. Se paran los estudios, presión
para cambiar de trabajo o rechazar una promoción que obligaría a cambiar de
comunidad religiosa. Estos puntos se equilibran con obras sociales que se
muestran para probar que el grupo está “en” la sociedad.
-Explotación financiera o
explotación de la posición social de la persona.
-Comunicación sin feed-back realista. Condena de todo espíritu crítico y
retención de la información.
:-Manipulación ética: se pone el
acento sobre una micro-ética (condena de detalles de comportamiento) para
esconder la indiferencia macro-ética (ausencia de compromiso en la gestión de
lo civil, protección del medioambiente….etc.)
-Disciplina exagerada
(vestimenta, castigo público, llevar un foulard…)
-Control de la sexualidad, prácticas
forzadas o intromisión en la vida íntima de la gente, vida privada controlada
(por ejemplo el director es a la vez médico y responsable espiritual, mezclando
planos que deberían quedar distinguidos).
-Autoidentificación con el grupo:
se pide al individuo que encuentre toda su identidad en el grupo y en las
relaciones con otros miembros del grupo: el “nosotros” sustituye al “yo”. Son
los grupos que tienen miedo de la psicología y de las ciencias humanas que
permiten a la gente comprender mejor su comportamiento.
-Nominación a diversos puestos de
responsabilidad, no en virtud de las personas sin en función de la fidelidad al
jefe y al sistema.
¿Qué valores abusivos se
presentan en un grupo sectario?
-Obediencia y sumisión como
verdades primeras. Son las dos virtudes que demuestran una santificación
cierta. Está prohibido, casi como si fuera blasfemia hacerlo, cuestionar el
funcionamiento de los responsables del grupo.
-Dominio, control de las
emociones y sentimientos del fiel: se le pide pensar lo que piensa el grupo y
sentir lo que se le pide que sienta. Por ejemplo si todos los cantos de una
reunión o de un oficio hablan de alegría, no hay lugar para otro sentimiento,
es prácticamente obligado alegrarse porque el momento previsto para hacerlo.
-Devoción: es virtuoso el que se
entrega siempre a los demás, no se enfada, no contesta y aprueba lo que dicen
los responsables.
-Perdón “de saldo”: la persona es
invitada a perdonar a los que la ofenden sin que estos se arrepientan,
incluidos los responsables.
-Lectura de la Biblia no
“cristo-céntrica” sino “eclesio-céntrica”: no es
Cristo el prisma por el que se interpreta las Escrituras sino el grupo
cristiano, con sus normas, está en el centro de la lectura de la Biblia como
intermediario exclusivo entre Dios y el fiel. El cristiano no escucha el texto
sino al grupo que le indica cómo comprender el texto a su manera.
Los sistemas abusivos se
articulan, de forma esquemática, alrededor de “escenarios”. Un “escenario” es un
sistema de creencias que dan estructura al grupo y un modo de funcionamiento
determinado. Es un “prêt a porter” colectivo, un
proyecto global que da a cada uno su lugar, su función, una identidad. Por
ejemplo, si una parroquia es una familia, hay quien tiene el papel de padre,
madre, de niño… Un “escenario” tiene siempre una parte de verdad que hace que
se adhiera a él. En este ejemplo familiar, hay una parte de verdad (Dios lleva
el nombre del Padre, nosotros somos hijos adoptivos en Cristo) pero vivir toda
la organización de un grupo cristiano según el esquema familiar es una
interpretación excesiva de una metáfora teológica. Ahora bien, cuando el grupo
funciona según el escenario, hay un problema mayor: la culpabilidad subyacente.
En efecto, para retomar nuestro ejemplo de escenario “familiar”, ¿cuándo ocurre
que la parroquia y cada miembro hacen lo suficiente para ser una buena familia?
En cuanto algo no funciona, los responsables explican que es porque los
miembros del grupo no están suficientemente conformes con las ideas y
exigencias del “escenario familiar”. Por tanto cuanto más intentan los miembros
conformarse con el escenario, más culpabilizados son y más se abre la puerta a
los abusos.
El escenario no es evolutivo, no
puede conocer el cambio fundamental. No es susceptible de readaptarse a sí mismo.
Es fundamentalmente repetitivo e incluso si los actores cambian, el escenario
permanece… de ahí la ilusión de que sea posible cambiarlo. Sin embargo, ocurre
que un grupo cambia de escenario.
El escenario genera sus propias
creencias que lo refuerzan en sí mismo. Se hace impermeable a toda crítica,
funciona entonces en círculo cerrado. En resumen, un escenario es un eslogan
sobre el cual y alrededor del cual se organiza todo el grupo. En el caso de un
escenario de la familia, el eslogan podría ser “unidos en el amor alrededor del
Padre”, con una fuerte ambigüedad entre el Padre celestial y el “padre”
responsable del grupo.
Nos interesaremos en tres
escenarios particularmente corrientes en los grupos abusivos. Los tres
presentan la misma carencia: ponen el acento sólo en lo que une y en lo que
hace parecido. Ahora bien una identidad equilibrada necesita de dos polos para
construirse: diferencia y parecido. La identidad es en efecto constituida de
dos elementos que se conjugan hasta el infinito, en qué me parezco y en qué me
diferencio.
En un grupo disfuncional, la
diferencia (de gustos, opiniones, experiencias, dones…) es negada, sólo se
valora el parecido. Se busca la unidad a todo coste, sin que haya lugar para la
especificidad de cada cual. Reina la confusión entre la unidad del Espíritu,
que es, y la unidad de la fe, que se construye. Las diferencias y parecidos
deben ser tenidas en cuenta en el seno de la Iglesia con el fin de trabajar
juntos eficazmente, lo que no es el caso en un grupo abusivo.
¿Cuáles son los tres escenarios?
“¡Esto es la guerra!”
La iglesia local se vive como un
ejército en marcha constantemente en guerra contra el mundo y sus valores, su
moral. Toda la vida de la comunidad es vista y se articula en función de un
estado de ánimo: locales, discursos, cantos, música, ofrenda… La palabra clave
es movilización permanente. La creatividad o el recreo están ausentes, no hay
tiempo para ello. Las relaciones internas son descuidadas y se cuidan las
relaciones hacia el exterior. En efecto, la comunicación entre los miembros del
grupo es muy pobre y se vive en función de objetivos de guerra. Por ejemplo,
hay poco interés por la pena que alguien sufre a la muerte de su padre, pero
mucho interés por la manera como esa persona va a dar testimonio en el
entierro. Los problemas personales se ven como una debilidad del cuerpo en
general y no se tienen en cuenta. Los conflictos o las reivindicaciones de su
diferencia son vividos como alta traición: la persona en el origen del
conflicto se convierte en enemigo del interior. Las nominaciones a los cargos
se hacen según el principio de Peter: no es la competencia sino el lazo de
fidelidad al responsable del grupo que crea una jerarquía que no se cuestiona a
sí misma, colocando personas poco competentes. La unidad se hace alrededor del
proyecto, de las conquistas, de victorias obligatorias, lo que abre las puertas
a manipulaciones de toda clase (dinero, estadísticas, pseudo-milagros,
experiencia de la iglesia...) Si las victorias no están a la altura de los
discursos, el recurso a la culpabilidad debe removilizar la tropa.
La corte de Versalles
Este escenario despliega todo el
decorado del rey Luis XIV, el Rey Sol. Dos expresiones resumen el reino
despótico y fastuoso de este soberano: “El Estado soy yo” y “un rey, una
nación, una fe”. En este funcionamiento lo más importante es lo que hace y
piensa el rey: el rey predica, el rey profetiza, el rey piensa, el rey decide,
en resumen, todo se articula alrededor de una transferencia “real” en los dos
sentidos de la palabra. La organización está calcada de la corte de Versalles
con nobleza, relaciones feudales, el pueblo. Están los que pertenecen a la
corte y los exiliados del reino, castigados en presencia del rey. Este
funcionamiento cortesano se reproduce en todas las actividades, en todos los
niveles, hasta en la vida privada. La información es destilada de manera
condescendiente. Las nominaciones se hacen por herencia (Reina Madre, Delfín….)
y por feudalismo. La iglesia local es patriarcal, no hay democracia ninguna: el
rey tiene poder por derecho divino, es imposible oponerse a él, porque hacerlo
sería oponerse a Dios, a su Ungido. Los conflictos no están permitidos, sería
un crimen de lesa majestad. Se puede consultar al pueblo a través de “cuadernos
de quejas”. La talla y la belleza del edificio reflejan la grandeza del rey
(“por la gloria de Dios”). En tal sistema, no se puede más que ser súbdito del
rey y no de sí mismo.
Los antiguos combatientes
En esta configuración, el pasado
se valora más que el presente, en él está todo lo que hay que hacer: métodos de
trabajo, de evangelización, hombres ilustres (“de los comienzos”), sus
principios de vida. Se habla mucho del regresos a los buenos viejos tiempos, a
la edad de oro mítica, la de los grandes héroes de la fe Calvino, Wesley, Booth, o de los fundadores de órdenes religiosas. Lo que
fue es lo que debe ser. En este escenario, los mitos (creencias erróneas
enraizadas) son muy fuertes. Se dice que “el pasado era duro, pero había
dedicación mientras que ahora…” La gran pregunta: ¿Seremos dignos herederos? El
sentimiento que domina es el de guardianes del templo, nutridos por una lectura
negativa del mundo y de las mutaciones de la sociedad. Todo cambio propuesto en
el funcionamiento del grupo, en el escenario se siente como si se dejara entrar
“el espíritu del mundo”. Los locales están hechos según esa imagen, también los
cantos y las oraciones. Las nominaciones a las diversas responsabilidades son a
menudo borrosas y deben en todo caso referirse a los padres fundadores.
Un grupo regido según uno de estos
tres escenarios genera abusos.
En esta perspectiva la comunidad
se presenta como intermediario necesario entre Dios y yo. Mi relación con él
pasa a la fuerza por el grupo. Es lo que llamamos una lectura y un
funcionamiento “eclesiocéntricos”.
Aquí el grupo y sus responsables
no son los mediadores forzosos entre Dios y la persona como en el primer
esquema. El cristiano funciona en el seno de una organización triangular que
implica una relación entre Dios y él, entre los responsables y él y también
entre Dios y los responsables. Así el grupo permite a los cristianos vivir su
fe en seguridad conservando su creatividad. Este funcionamiento permite
respetar las dos necesidades fundamentales del ser humano, la seguridad y la
creatividad. La creatividad corresponde a la libertad de ser uno mismo estando
en relación con otros. La seguridad concierne a los ámbitos físico,
psicológico, espiritual, persona y colectivamente. Una comunidad equilibrada se
ocupa tanto de la seguridad como de la creatividad de sus miembros.
¿Por qué la víctima entra en un sistema abusivo y se queda?
La comprensión del mecanismo de
integración en el grupo abusivo es muy importante para identificar el abuso y
superarlo. El esquema de aquí abajo (pág. 105 del original) permite comprender
mejor cómo la víctima de un abuso entra en un sistema disfuncional o en
relación con un manipulador o con los dos. Esta etapa se parece a una trampa,
como un cebo. El cebo es la necesidad que la persona siente, por ejemplo, una
necesidad de protección frente al sufrimiento; en el grupo se le propone una
solución que en un primer tiempo parece responder a esa necesidad. En un
segundo momento, esta solución es el problema que impide salir de la trampa.
Por ejemplo la protección que se busca tanto está en realidad asegurada por una
doctrina tajante, atosigante (mentalidad sin matices en blanco y negro,
división del mundo entero en buenos y malos). Al principio, la persona se
siente segura, está al lado de los buenos, pero cuando quiera evolucionar,
crecer y salir de ese medio, la propia doctrina se lo impedirá.
La víctima no tiene por sí misma
culpa de tener necesidades o heridas. El mensaje bíblico habla a favor de una
solicitud hacia los que están en la desgracia, los heridos de la vida tanto en
el plano físico como emocional. El culpable en este proceso es el grupo
disfuncional que a partir de esta debilidad aprisiona a la persona en la
trampa.
Esto explica la entrada de la
persona en el sistema. Pero ¿Por qué la víctima se queda una vez que ha descubierto
la realidad?
1. Un cebo que asegura resolver el problema
La persona adhiere al sistema que
le parece va a solucionar su problema. No ve el sistema como tal, no ve nada
negativo, ningún clima abusivo: no ve más que la respuesta a su dificultad. Lo
acepta todo, en nombre de la eficacia de la solución que se le propone. En los hechos hay un
principio de respuesta al sufrimiento.
2. Actos abusivos
La persona es víctima rápidamente
de actos abusivos, se le impone obediencia ciega, una enseñanza estricta
acompañada de fuerte culpabilización. Los valores y las características ya
mencionadas antes se manifiestan implacables. A menudo hay una transferencia de
responsabilidad del manipulador sobre la víctima. Por su discurso y actos, se
arregla para hacer creer que actúa así a causa del comportamiento de la
víctima. Se le dice que no es lo suficientemente entregada o sumisa.
3. El conflicto interior de la víctima
Se siente entre dos frentes, por
un lado su necesidad de ser fiel a sí misma y por otro, su deseo de agradar a
Dios. Ahora bien el grupo le inculca que agradar a Dios pasa por la obediencia
a los responsables y a una adhesión sin fallo a las reglas y valores del grupo.
Además, es frecuente que la enseñanza del grupo desvalorice esa necesidad
fundamental de ser uno mismo diciendo que es un pecado de egoísmo. Esta tensión
entre ganas de ser uno mismo y ser sujeto y el clima abusivo crea un conflicto
personal. En esta etapa la persona abusada es susceptible de convertirse ella
misma en abusadora, por el simple hecho de que reproduce el sistema en el que
está.
4. Resurgimiento asegurador
La persona comunica su conflicto
interior queriendo o sin darse cuenta, los responsables lo saben. Y le dicen
que se dan por enterados y que reflexionarán sobre una reforma posible en el
sistema: “Tiene usted razón, a nuestra parroquia le falta apertura, o enseñanza
de calidad o delegación, pensaremos cuidadosamente en cambiar este estado de
cosas.” Es el tiempo de la pseudo-escucha y de las pseudo-explicaciones para
justificar las situaciones anormales que la persona denuncia, por ejemplo: “no
hay nadie para hacerlo, por eso lo hago yo…” La víctima cree ese discurso
almibarado y esas promesas hipócritas. Acepta de nuevo el funcionamiento del
sistema, animada por la esperanza de que los responsables han escuchado sus
quejas y que las cosas cambiarán. Ella, por su lado, cree sinceramente en el
cambio, cree firmemente y tiene la impresión de constatar signos que prometen
un nuevo punto de partida. Además las creencias, construidas y consolidadas
desde que está en el sistema la incitan a quedarse.
5. La vuelta al antiguo sistema
El grupo, que por supuesto no ha
cambiado ni una coma, refuerza la transferencia de responsabilidad: si el grupo
tiene un problema, no es por fallo del sistema, sino de la persona que se ha
quejado. De nuevo, de manera todavía más culpabilizadora
se le dice: “De hecho todo esto es por tu culpa, no estás suficientemente
entregado.” La víctima siente una profunda vergüenza y miedo al rechazo. Se
queda en el grupo.
Este círculo con sus cinco fases,
es recorrido varias veces, y cada vez los efectos de las distintas etapas se
acentúan. Es posible ayudar a la persona cuando está en el punto 3, en el
momento de su conflicto interior. En ese punto se le puede proponer una salida
eventual. Es el único momento en que la salida es posible. Además la salida de
un grupo abusivo raramente se hace la primera vez. A menudo es necesario que la
persona haya vivido el ciclo varias veces para ser capaz de dejar el grupo.
Esto no significa que la víctima de un grupo abusivo no tenga que desanimarse
ni autoinculparse si no puede salir del sistema la primera vez.
Volvamos sobre los factores que
desaniman a la víctima a abandonar un grupo abusivo y por los que continúa
dejándose abusar:
-La víctima tiene miedo de
equivocarse si decide marchar. Teme que irse constituya una desobediencia a
Dios. El miedo se refuerza por la enseñanza inculcada en el grupo, “aquí está
la verdad”. Tiene miedo también de perder sus relaciones amistosas en el seno
de la iglesia local pues ha visto como se trata a los que se van y con quienes
se rompió todo contacto. Por otra parte, no sabe crear relaciones nuevas, ha
roto más o menos los contactos exteriores con el grupo y teme encontrarse sola.
-Teme el conflicto, percibido en
los grupos disfuncionales como diabólico y egoísta.
-Cree que tiene los medios para
hacer evolucionar el sistema, que las cosas van a mejorar, que la reforma es
posible.
-No es verdaderamente halagador
reconocer que han abusado de la confianza de uno. El sentimiento de vergüenza,
de humillación, paraliza a la víctima. Se pregunta si es normal o si quizás, no
es ella la causa del problema… sobre todo si la responsabilidad del problema le
es imputada.
-La víctima conoce mal los
mecanismos del sistema abusivo y no comprende dónde está.
Los responsables de la comunidad
abusiva utilizan a menudo cinco lemas para impedir a la gente la salida,
aniquilar la crítica y culpabilizar a las víctimas. Son mensajes que se apoyan
sobre extractos bíblicos falsamente interpretados. Los utilizan fuera de
contexto y los atribuyen sin escrúpulo al contexto de la situación de las
víctimas. Constituyen un contrasentido evidente:
-“No toquéis al Ungido del
Eterno”, se utiliza como prohibición de contradecir o de dudar de los
responsables, o incluso de preguntar.
-“No abandonéis la asamblea” se
usa para criticar a los que se van, para movilizar más la asistencia a las
reuniones, para impedir hablar con otros cristianos o para desanimar la
participación en otro grupo.
-“No juzguéis y no seréis
juzgados… ¿Quién eres tú que juzgas?” cortocircuita todo espíritu crítico o
simple cuestionamiento o denuncia de actos reprensibles.
-“Perdonad”: todos los pasajes
bíblicos sobre el perdón son releídos en la óptica de perdonar a los
responsables abusivos sin que se arrepientan ni cambien de actitud.
-“Sed sumisos”: los responsables
tienen razón a la fuerza, la sumisión es la única actitud que Dios desea para
los fieles, sobre todo para las mujeres.
Este uso abusivo de la Biblia
mantiene a las víctimas en la trampa, en el seno del grupo.
Las dificultades más corrientes de las víctimas
Son estas:
-La negativa, al principio no se
es consciente de ser víctima de abusos. Si alguien desde fuera le indica las
disfunciones del grupo, no lo acepta, responde con argumentos enlatados. Cree
firmemente que es libre de abandonar el grupo cuando quiere y que las cosas
están cambiando.
-La obediencia ciega a la
autoridad: vive en un estado de sumisión absoluta a la autoridad analizado por
Stanley Milgram. Según sus experimentos en psicología
social la mayoría de la gente hace lo que se le manda sin tener en cuenta la
naturaleza de lo que se les manda desde el momento en que la orden viene de una
autoridad legítima. Es lo mismo para la víctima del grupo abusivo, la autoridad
no se puede equivocar, obedece incluso en caso de conflicto de conciencia.
-La ambivalencia: la violencia
espiritual que la persona sufre se puso en práctica muy progresivamente y al
principio con su acuerdo y para su “felicidad”. Entró voluntariamente en la
ratonera. La persona ciega sufre por tanto un sentimiento de ambivalencia en su
discernimiento. No puede separar entre lo que se recibe del grupo que le hace
bien y los efectos nocivos del funcionamiento del mismo grupo que la destruye.
-La ansiedad: sufre ansiedad
pensando en la ruptura y en la salida. Tiene miedo de vivir la responsabilidad
del fracaso. Prefiere esperar a que la echen.
Estas características tienen
consecuencias graves sobre las víctimas de abuso:
-Mala autoimagen, identidad
deformada, ligada a una vida espiritual
construida sobre la culpabilidad, la vergüenza y la negación de los deseos
personales.
-Mala imagen de Dios: la víctima
lo percibe como un Ser exigente, imprevisible, nunca satisfecho, que fija
objetivos inaccesibles, severo, dispuesto a castigar y humillar funcionando con
el modelo “te doy para que des”. Cree que el Espíritu se retira con el mínimo
pecado como una señal de alarma espiritual que se dispara en cuanto hay un
mínimo mal pensamiento. Por lo mismo, está convencida de que el diablo está
siempre al acecho para aprovechar cualquier asomo de debilidad e invadir. El
cristiano abusado duda de que Dios sea su abogado, lo ve más bien como
acusador.
-Obsesión por el cumplimiento
religioso de ciertas oraciones, ayunos, limosnas, presencia en reuniones… La
víctima busca trucos para que Dios se mueva. Si no se mueve, si no escucha, es
que le falta fe. Su temor mayor es disgustar a Dios.
-Amalgama entre Dios e iglesia
local, entre el discurso de los directores y la voluntad de Dios.
-Dificultad en poner límites, en
decir No sin sentirse culpable. La víctima ha aprendido a no poner límites
porque debe renunciar a sí misma.
-Dificultad en confiar: la
desconfianza gana a la vigilancia.
-Falta de comprensión o
ignorancia de los textos bíblicos, en particular de los que describen nuestra
identidad en el marco de la alianza.
-Confusión entre la buena
culpabilidad, ligada a la transgresión de un mandamiento divino y la vergüenza.
Esta culpabilidad es un indicador útil para señalar que tenemos un mal
comportamiento. Al contrario la vergüenza constituye una acusación de nuestra
propia persona. En un grupo abusivo, la víctima tiene vergüenza, incluso si no
ha hecho nada malo. La vergüenza se convierte en la base de su conducta.
En resumen, la fe de esa persona
es tóxica, actúa como un veneno que le intoxica cada día en las diferentes
facetas de su vida.
¿Cómo ayudar a las víctimas?
El proceso de reconstrucción
después de un abuso es difícil de cumplir en soledad. La persona que ha sido
víctima de abuso espiritual tiene a menudo necesidad de ser ayudada para
recuperar la seguridad. Para estar en condiciones de comprender a las personas
que han sufrido o sufren abusos, hay que comprender primero el funcionamiento
del abuso ya descrito. No es necesario haberlo vivido pero es importante
conocer los mecanismos.
¿Cuál es el principio de base
para ayudar a la víctima? La orientación del trabajo de acompañamiento (la
hipótesis clínica) es que el abuso espiritual constituye una fractura del
pensamiento de la persona que es víctima. No puede haber reparación,
restauración sin toma de conciencia de esa fractura por la víctima, seguida de
un trabajo cognitivo (a nivel de pensamiento y creencias) para comprender esta
fractura.
Precisemos que esa etapa es
verdaderamente difícil para la víctima. Es doloroso reconocer que se ha abusado
de uno a causa de la vergüenza, cólera y desprecio que se siente. Cada vez que
el abusado intenta trabajar sobre sí mismo tiene la impresión de pagar otra vez
el hecho de que se haya abusado de él. Tiene la impresión de revivir lo que
pasó cuando en realidad le gustaría olvidarlo.
El acompañamiento comienza por
esa toma de conciencia. Curar los efectos negativos de los abusos en la vida de
la persona no sirve para nada mientras ella misma no se da cuenta de que está
en un sistema abusivo. Hablar de sufrimiento no le sirve a la víctima. Admitir
el abuso marca el principio de la liberación. Tiene que conseguir decir:
“Ninguna debilidad justifica que se abuse de mí.”
Cuando hay esa toma de
conciencia, hay que tener cuidado en no dar respuestas hechas a sus preguntas
(por qué Dios ha permitido esto, por qué la maldad de esa gente, sin embargo se
van a salvar…), respuestas que sean prefabricadas, frases hechas que ahorran el
pensar. Ahora bien, la persona tiende a esperar un comportamiento abusivo,
autoritario. Incluso está tentada de meterse en otro grupo abusivo. Al
acompañante espiritual le pide respuestas hechas, decisiones tomadas en su
lugar. No hay que ceder a esta facilidad sino permitirle hacer un trabajo
cognitivo con el fin de renovar su forma de pensar. Ha sufrido fuertes
manipulaciones mentales, necesita encontrarse y reconstruirse.
Con la toma de conciencia de
haber sufrido un abuso, la víctima tiene que trabajar al nivel de las falsas
creencias. Hay que explicarle el sistema abusivo, porqué y cómo entró y porqué
se quedó. Estos son los esquemas anteriormente descritos. En esa etapa debe
reencontrarse con los sentimientos que hubiera debido experimentar en el
momento del abuso pero que hubo de reprimir. El principal es el de cólera.
Hasta ahora la ha rechazado y negado, por lo que tiene un sentimiento de
vergüenza, porque la vergüenza y la cólera son contrarias.
Las diferentes etapas hacia el
bienestar son:
-Decidir volver a vivir,
-Atravesar el dolor emocional.
-Gestionar la culpabilidad,
-No vivir más en la desconfianza
sino en la vigilancia,
-No huir más de los propios
deseos y necesidades.
-Atreverse a ser uno mismo y
poner límites.
-Reconstruir una imagen positiva
de Dios basada en la alianza.
En resumen, es importante ayudar
a la víctima a expresar los puntos siguientes a propósito de la herida que se
vivió:
-Esto es lo que sentí y nunca
dije ni viví en su momento, lo que rechacé y que ahora quiero vivir y sentir.
-Esto es lo que produjo el abuso
espiritual en mi vida de pareja, de familia, social…
-Esto es lo que me gustaría decir
a los responsables de ese grupo y que reconocieran hoy. El perdón es con esa
condición.
La víctima debe ser consciente de
que es raro que los que abusan se arrepientan y reconozcan sus equivocaciones.
Este reconocimiento implicaría una salida del sistema de los responsables. Sin
embargo, la víctima debe pasar por esta etapa, debe enunciar lo que le gustaría
oír pues eso le permite ceder y poner ese problema en manos de Dios que es
quien juzga justamente.
A lo largo del proceso de
acompañamiento de la víctima es también necesario que consiga hacer suyas las
siguientes declaraciones:
-Fui víctima de un abuso
espiritual, esto es un crimen contra mi persona, incluso si entré
voluntariamente en el grupo.
-No soy responsable de este
abuso, a pesar de lo que haya vivido de positivo en ese grupo o con tal
persona.
-Los perjuicios que he sufrido
interaccionan unos con otros: lo espiritual con lo emocional y lo
psicopatológico, todo tiene un efecto devastador múltiple.
-No debo cubrir mi pasado con el
olvido, la vergüenza o el secreto. Debo hacerle frente para sentirme mejor.
-No soy responsable del futuro
del sistema del que salí. Dios no reprocha a las personas su ignorancia. No
puedo ser responsable del mal que cometí cuando estaba en el sistema abusivo.
Sin embargo, puedo reconocer sus efectos sobre la gente y asumir las
consecuencias.
La víctima debe renunciar a
intentar cambiar el grupo y debe protegerse abandonándolo. No es posible hacer
evolucionar un sistema abusivo. En efecto, existen tres posibles actitudes
frente a un grupo así, resumido en la regla de las tres R:
-Revuelta
-Reforma
-Revolución
La revuelta de la víctima es
justa y tiene base. Sin embargo debe comprender que la reforma no es posible.
Si no se convence de ello sigue prisionera de sus creencias incluso aunque se
aleje físicamente del grupo. De hecho necesita una revolución en el sentido
copernicano, hacer su revolución, es decir, salir del sistema.
Cuando la persona abandona, es el
momento de recordarle que no es responsable de los que se quedan, aunque puede
rezar por ellos. No tiene vocación de salvar a la gente del sistema, lo primero
que debe hacer es protegerse: De hecho, al principio, es preferible que se
considere convaleciente. No debe sobreestimar sus capacidades, es frágil.
Si piensa que es indispensable
encontrarse con los responsables del grupo abusivo más vale que lo haga
acompañada. Este encuentro debe tener lugar por petición suya y con
condiciones. No tiene como objeto ser un ajuste de cuentas sino un momento en
el que la víctima expresa su sufrimiento, por no haber sido escuchada y
comprendida, por haber sido objeto de abuso. En realidad lo que cuenta para
ella es la justicia, no buscar hacer justicia sino trabajar por la justicia. No
se trata de un encuentro de reconciliación o de petición de perdón por su parte
puesto que es víctima y no culpable. El perdón representa una etapa ulterior
posible, si los responsables del abuso reconocen sus equivocaciones con ella.
Este encuentro podría permitir soltar la presa y seguir serenamente hacia
delante.
Parafraseando a Martin Luther
King, preguntémonos si el silencio y la indiferencia de numerosas iglesias
frente a los abusos espirituales no son tan chocantes como el comportamiento de
los que abusan.
Más allá de la cuestión de los
abusos espirituales, más allá de los sufrimientos personales de las víctimas,
son cuestiones más generales las que se le plantean a la Iglesia.
¿Cómo establecer relaciones que
al tiempo que respetan al individuo mantienen la comunión fraterna?
¿Cómo ser uno y plural?
¿Cómo seguir un objetivo común
siendo uno mismo?
¿Cómo ser vigilante sin ser
desconfiado?
¿Cómo hacer una lectura de la
Biblia equilibrada y adaptada a cada etapa de la vida espiritual?
¿Cómo enriquecernos no a pesar de
nuestras diferencias sino gracias a ellas?
Ante estos interrogantes,
dejémonos interpelar por las palabras de Jesús al principio de su ministerio:
El Espíritu del Señor está sobre
mí porque me ha dado la ocasión de anunciar la buena nueva a los pobres.
Me ha enviado para proclamar a
los cautivos la liberación
Y a los ciegos la vista,
A liberar a los oprimidos y a
proclamar un año de gracia del Señor.
Subscribe to:
Posts (Atom)